viernes, 5 de febrero de 2010

“Una bolsa en la cabeza y se jala una cuerda…”

11-septiembre-2008
La declaración de Lorena González Hernández, una de las acusadas de participar en el secuestro de Fernando Martí es elocuente: “Cómo son pendejos. Para sacar algo (una declaración) se pone una bolsa en la cabeza y se jala una cuerda del cuello (…) Ni así les voy a decir nada”.
Esto lo dice una agente de la Agencia Federal de Investigación (AFI) adscrita, según consta en documentos dados a conocer por la prensa, no por sus jefes, a la Coordinación de Inteligencia para la Prevención del Delito. Es el reconocimiento de la tortura como método de obtención de declaraciones.
Podría decirse que su palabra no vale, que era una mala agente, corrupta, ligada al parecer al crimen organizado, pero sin duda comparte los lugares comunes de la investigación policial en México que frecuentemente se usan, no contra narcotraficantes, secuestradores o robacoches (quienes suelen salir fácilmente de la cárcel por obra del dinero), sino contra los detenidos por motivos políticos, perversa herencia de los tiempos de la Dirección Federal de Seguridad en los tiempos de la “guerra sucia” que en realidad nunca se fueron, sólo se transformaron.
Los testimonios de torturados coinciden con los descritos por esta policía de una de las áreas de Inteligencia de la SSP, quien en medio de la crisis de su captura, en un exabrupto, se da el lujo de regañar a quienes la interrogan y les dice cómo suele hacerse de manera efectiva “para sacar algo”. Bonita cosa.
Esto sólo comprueba la crisis de inteligencia para la Seguridad Nacional y el hoyo en el que se encuentran los cuerpos federales de seguridad pública, que ya de paso también tendrán que explicar muy bien las mentiras del subsecretario Facundo Rosas.
Se difundió de manera extraoficial la declaración patrimonial de la acusada, que no coincide en nada con la versión dada a conocer por este funcionario, quien la presentó como una agente menor, encargada de asuntos administrativos, que estaba fuera de la corporación, cuando en realidad no sólo es parte de la PFP, sino que trabajó directamente con él y con otros miembros del círculo cercano de García Luna, como Ramón Pequeño, Benito Roa Lara y Luis Cárdenas Palomino.
¿Qué esconde Rosas?, ¿García Luna está embarrado? Si es así, los dos se deben ir. El primero nada más por la mentira, el segundo si se demuestra que está apoyando a los criminales. Y no sólo ir, sino procesar si son cómplices de delitos. Si va en serio la palabra presidencial de limpiar la casa y poner orden hay que provocar ahí adentro un terremoto.
La lucha contra el crimen organizado es prioritaria. No se puede dejar hacer y dejar pasar a los criminales (“pa’qué agitar el avispero” que recomiendan unos), pero se debe hacer a fondo y mediante un efectivo trabajo de Inteligencia, que profesionalice sus métodos, que cerque a los delincuentes que hoy hacen lo que quieren, y que, para el caso que nos ocupa, diferencie a los criminales de los opositores políticos, de tal manera que las soluciones a problemáticas distintas no sea el mismo uso de la fuerza bruta militar y policial, o de las finas técnicas descritas por la agente Lorena González Hernández.

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