martes, 9 de febrero de 2010

El ajusticiamiento de “Ramiro”

24-noviembre-2009
La escena resulta difícil de imaginar: sentados en el municipio de Ajuchitlán, Guerrero, de un lado, Omar Guerrero Solís, el “comandante Ramiro” del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), y del otro, Cayetano Alvarado , el “cuche blanco”, principal operador del trasiego de droga en la región de Tierrra Caliente, al servicio del cártel de los Beltrán Leyva.
De pronto “el cuche” se levanta y dice “así se tira con el cuerno de chivo” y le suelta una ráfaga de balas al líder guerrillero. Después, éste es sepultado en una vivienda de la comunidad de Palos Grandes, en el municipio de Ajuchitán del Progreso, Guerrero.
Alguien avisa a las autoridades el lugar de la clandestina inhumación y dos mujeres, Sabina Alvarado Palacios –hermana de “el cuche”- y Felipa Santana Rodríguez, relatan su versión de los hechos y piden el cadáver para darle sepultura oficial. A su vez, la Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero (APPG) también solicita el cuerpo de “Ramiro”, para rendirle homenaje como luchador social.
Los hechos habrían ocurrido el 4 de noviembre pasado, en el marco de un fuerte operativo militar antinarcóticos en la zona de Tierra Caliente donde operan los erpistas y donde se sabe que hay grandes plantíos de mariguana y amapola. La simultánea caza del ERPI databa de meses atrás.
La noche del viernes pasado, la Procuraduría estatal por fin confirmó la muerte de “Ramiro” y dio la versión referida, aunque esa mañana el periódico local Despertar del Sur ya traía hasta fotos del cadáver.
Por su parte, el ERPI, en un comunicado difundido anoche, refiere que “Ramiro” fue asesinado, sí por “el cuche”, pero en una emboscada propia de grupos narcoparamilitares financiados por el gobierno. Rechaza cualquier sospecha de colusión entre narcos y luchadores sociales.
“Denunciamos que fue el Estado por medio de sus órganos de inteligencia militar y política, quien pagó y planeó para que un sicario, Cayetano Alvarado Palacios alias “el cuche blanco”, coludido y pistolero sirviente de los caciques más famosos de Guerrero…”
Y continúa su versión: “Hasta ahora, lo que se ha podido determinar es que a las 7:20 de la mañana del martes 4 de noviembre, siete narcoparamilitares liderados por el “cuche blanco” Palacios, le tendieron una emboscada en la comunidad de Palos Grandes, municipio de Ajuchitlán del Progreso.
"En días anteriores, se encontraba en los alrededores de dicha comunidad en cumplimiento de una comisión pero, al parecer, el enemigo maniobró para que durara más tiempo de lo esperado allí sin el despliegue defensivo acostumbrado. En estas circunstancias, fue llamado a un encuentro el martes 4, en la que el enemigo lo emboscó a quemarropa –el rifle en ráfaga- y ya no hubo oportunidad de responder”.
Vale anotar que hasta donde nosotros sabemos, Cayetano Alvarado, el “cuche blanco”, es operador del cártel de los Beltrán Leyva en la zona, toda vez que en abril pasado fuera detenido Rubén Granados Vargas, “El Nene”, quien ocupara dicha posición. El “cuche” era lugarteniente del “Nene”.
A diferencia de lo que menciona el comunicado del ERPI Granados no trabajaba para el cacique Rogaciano Alba –gente a su vez, del “Chapo” Guzmán, enemigo de los Beltrán-, sino que fue él el que prácticamente lo sacó del estado y, por lo mismo, se hizo del control del tráfico de drogas en Guerrero.
La primera vez que el gobierno de Guerrero vinculó al ERPI con "el cuche" fue en octubre pasado, cuando buscando a este narcotraficante en Ajuchitlán, agentes de la Policía Investigadora Ministerial (PIM), policías de Seguridad Pública del estado y de la municipal de Coyuca de Catalán detuvieron a Arturo Duque Alvarado, sobrino de Cayetano Alvarado y supuesto militante del ERPI, a quien le decomisaron armas de diversos calibres y uniformes tipo militar.
Las contrastantes versiones revelan la intención de ambas partes (gobierno estatal y guerrilla) de ligarlos o distanciarse del crimen organizado, respectivamente.
No es dato menor que la versión estatal de Guerrero se da en el contexto de la aparición de un presunto y endeble reporte de inteligencia que también daba cuenta de nexos guerrilla-narco en Chiapas.
Hacer la relación “guerrilleros igual a delincuentes y narcotraficantes” es útil para efectos de propaganda de contrainsurgencia.
Aun así, el ERPI ha de hacer más consistente y verosimil su distanciamiento efectivo de grupos delincuenciales, ya que su lumpenización los colocaría en el umbral de la descomposición.

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