03-noviembre-2009
Los ex dirigentes del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), Jacobo Silva Nogales y su esposa, Gloria Arenas Agis, recuperaron su libertad la semana pasada, tras diez años de prisión y un tortuoso proceso legal. Al salir dijeron no estar arrepentidos de nada y anunciaron su incorporación al movimiento social pacífico, aun cuando su corazón, dijeron, seguirá con los guerrilleros, pues consideran válidas todas las formas de lucha.
“No por temor de perder de nuevo la libertad dejaremos de ejercerla para cambiar lo que nos parece injusto en el país; aunque ahora ya no lo haremos con las armas sino con las ideas y la razón”.
Las primeras impresiones de ambos versaron en torno a lo necesario de mantener vigente el movimiento social, los inhumano del sistema carcelario mexicano que les tocó vivir en carne propia, lo insostenible de las acusaciones que los tenían presos y un enorme agradecimiento a quienes desde diversas trincheras apoyaron su causa.
Ambos fueron sentenciados a 46 años de prisión por los los delitos de rebelión, homicidio, tentativa de homicidio y daños, derivados de haber participado, según la autoridad, en un ataque armado que realizó el Ejército Popular Revolucionario (EPR) contra un convoy del Ejército en la carretera Chilpancingo- Tlapa, entre El Ahuejote y La Estacada, municipio de Tixtla, el 16 de julio de 1996.
Jacobo comenta que la base de su defensa siempre se basó en el reconocimiento de haber sido guerrillero, y en la demostración contundente de que no participaron en los hechos que se les imputaban. Al reconocerse como rebeldes sus acciones quedaron encuadradas en lo previsto por el artículo 137 del Código Penal, que tipifica la rebelión, lo que desarmó mucho de la estrategia legal del Estado en su contra.
Mencionó que ahora, como ex preso, su situación personal y política cambia, estarán dentro del movimiento social, pero siempre solidario de los armados como el EZLN, del ERPI, de las FARC y de otros grupos “cuyos nombres no se conocen públicamente, pero que existen”.
Sobre la sentencia de muerte que decretó en algún momento el EPR en su contra, tras la escisión de ese grupo, Jacobo dice no saber si se mantiene vigente y que sabe que su seguridad no es completa, pero que espera que no haya amenazas contra él o Gloria, ni de parte los eperristas ni del gobierno federal.
Mantendrán su acusación de tortura contra el Estado mexicano que ha sido remitida a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la cual muy proablemente será rechazada por que los delitos ya prescribieron, pero quieren que quede constancia y ejemplo para que nadie más en México vuelva a sufrir este tipo de vejaciones.
Por último, Jacobo mencionó : “Libertad, dulce palabra. Es increíble oir a un niño, aunque sea llorar. Es hermoso tocar a una persona en la mano. Es algo bello. Ojalá y todos los que tengan su libertad la disfruten y dentro de ella ejerza el derecho que tienen a cambiar las cosas cuando son injustas”.
martes, 9 de febrero de 2010
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