07-mayo-2009
Caso peculiar el de Colombia. Con casi 40 mil desmovilizados de las FARC, el ELN y paramilitares como las Autodefensas Unidas –y a un ritmo de cuatro a cinco desmovilizados cada dos días- el gobierno de Álvaro Uribe y algunos empresarios dicen tratar de reintegrarlos a la vida productiva de su país haciéndolos microempresarios. Esto, que parece el final de una guerra es en realidad la extensión de la lucha de dos sistemas políticos, pero por otros medios.
La empresa símbolo del capitalismo mundial, Coca-Cola, ha emprendido en Colombia un programa pionero de capacitación para quienes abandonaron las armas voluntariamente y desean poner un negocio por su cuenta.
Se trata, aseguran ejecutivos de la refresquera, "de ayudar a que la guerra termine, que el clima de paz se acendre en una sociedad harta de la violencia, así como de evitar que los desmovilizados se conviertan en delincuentes comunes, vuelvan a la guerrilla o a los grupos paramilitares por ausencia de oportunidades".
Con tres programas llamados “columnas”, la filial colombiana de la mexicana Coca-Cola FEMSA comenzó desde hace un año el llamado Banco del Tiempo, donde se capacita a los ex combatientes –‘desertores’ los habrán de llamar en la selva- en técnicas de mercadeo, administración de empresas, modelos de negocio y derecho.
En agosto de este año se graduará la primera promoción de 30 nuevos capacitados, quienes estarán listos para montar sus propios negocios, ubicados en el rango de pequeñas y medianas empresas de cualquier giro.
Algo curioso. Este programa contempla incorporar, no nada más ex paras y guerrilleros, sino también policías y militares que se queden sin trabajo cuando los niveles de guerra sean menores en el país, lo que ellos esperan sea muy pronto. Los desmovilizados no llegan a este tipo de programas de inmediato. Transcurre un año desde su desmovilización en el que pasan por la que llaman “terapia de reinserción”.
La segunda columna se llama Femsa Jobs, que, con apoyos económicos proporcionados por la Fundación Colombia Presente, la Alta Consejería para la Reintegración Social y Económica de Personas y Grupos Alzados en Armas (ACR), el gobierno colombiano y la misma FEMSA, llevan a los hechos su capacitación y, con un capital “semilla”, ponen desde mini mercados de barrio -adivina qué refresco venden-, cibercafés y hasta sastrerías, como sucedió con el encargado de vestir y uniformar a las FARC, quien tras desmovilizarse ahora vende sus propios diseños y fabrica la ropa de los empleados de la Coca-Cola de Colombia.
Para los desmovilizados que más que hacerse empresarios buscan empleo existe una cooperativa de trabajo, donde se perfeccionan en oficios como el de carpintería y trabajan en la manufactura, por ejemplo, de los estantes de madera y las cajas donde se almacena y reparte el producto refresquero.
La tercera columna es la aplicación, en once poblaciones rurales de Colombia, de un sistema de enseñanza electrónica diseñado en el Tec de Monterrey, conocido como Centros Comunitarios de Aprendizaje, que lleva internet y clases a través del video a los habitantes más alejados del país.
Otra empresa mexicana, Cemex, de Lorenzo Zambrano, estaría por sumarse a este programa de reinserción de rebeldes colombianos.
Es de hacer notar, creo yo, que este programa empresarial –similar al de los "micro-changarros" de Fox que fracasó estrepitosamente- se da justo en el momento en que se calcula que el equilibrio de fuerzas militares entre el gobierno y las FARC se encuentra a favor del presidente Uribe, luego de que 2008 fuera desastroso para la guerrilla más antigua de Latinoamérica, lo que ha acelerado el ritmo de desmovilizaciones en ese país, como se lee en el reporte generado la semana pasada por el Consejo de Asuntos Hemisféricos .
También se conoce cuando se celebra el Congreso Internacional de Desarme, Desmovilización y Reintegración (CIDDR), en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, donde se están analizando las amenzas que penden sobre este proceso y donde Coca-Cola FEMSA puso un stand mostrando sus "columnas".
Aun así, ni ELN ni FARC parecen darse por aludidos en este tema, pues acaban de mandar sendos comunicados con motivo del Día del Trabajo en el que mantienen sus directrices ideológicas y califican al presidente Uribe, a su vez, como narcotraficante. En esencia es un claro de un juego de equilibrios entre insurgencia y contrainsurgencia, con una enorme presencia de empresarios mexicanos.
viernes, 5 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario