27-agosto-2009
Mañana cuando se reúnan en Bariloche, Argentina, los mandatarios integrantes de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) para analizar la instalación de bases militares estadounidenses en suelo colombiano, el bloque de presidentes “bolivarianos” (Chávez, Evo y Correa) blanderá sin duda sus más antiimperialistas discursos, oponiendo al acechante enemigo gringo, la dignidad y soberanía de sus pueblos, los cuales ya se encuentran, desde su punto de vista, en el camino de la paz y la justicia social.
El problema para ellos es que sus respectivas guerrillas –que las tienen- no les creen su discurso anti neoliberal. Por el contrario, en las últimas semanas se ha intensificado el deslinde mutuo de izquierdas con grupos armados de la región, quienes a su vez los consideran sólo unos populistas más, que no han atacado de fondo los problemas de la región.
Caso emblemático del distanciamiento fue la última declaración de Evo Morales, presidente de Bolivia, quien calificó a las FARC como “instrumento del imperio”, culpándolas de ser el pretexto ideal para que EU y Colombia quieran instalar las nuevas bases militares.
Morales sostuvo que no comparte la forma de luchar de las FARC “porque en estos tiempos en lugar de las armas hay que recurrir a las urnas y a la conciencia de los pueblos para llevar a cabo los cambios estructurales y transformaciones sociales”.
Evo se asume revolucionario… pero no tanto como para apoyar a los armados. Está por la vía electoral y pacífica.
Con un manejo ambiguo hacia las FARC, el mismísimo Hugo Chávez ha pedido a la guerrilla que deje las armas. Ha dicho que su gobierno no es amigo de las FARC pero tampoco su enemigo, aclarando que lo único que busca “es la paz en Colombia”.
Peor le ha ido al presidente Rafael Correa, de Ecuador, entrampado en una zaga que parece película de espías por sus relaciones con las FARC, quienes documentaron con papeles y en un video, el apoyo en efectivo (hasta 400 mil dólares) de ese grupo guerrillero colombiano al entonces candidato del ecuatoriano partido Alianza País.
Correa ha pretendido deslindarse de dichos apoyos. Ha condenado a la guerrilla e ignorado que funcionarios de su administración, como el ministro de Defensa, Gustavo Larrea, sostuvieron negociaciones con los rebeldes colombianos para intercambiar dinero por territorios, como en el que se encontraba el campamento de Sucumbíos, atacado el 1 de marzo de 2008, y donde Raúl Reyes, el encargado de la diplomacia farquista murió.
Tan ha ignorado tales nexos, que pretende aprehender a los sobrevivientes de dicho ataque para juzgarlos por terrorismo, entre ellos la mexicana Lucía Morett. FARC y Correa ya no tienen mucho en común.
Pero ha sido el grupo guerrillero Comuneros de Liberación Nacional, de orientación marxista, el que ha fustigado con mayor vehemencia las políticas correístas. Desde la clandestinidad edita su órgano de difusión “Caminos. Voces de la Rebelión”, en cuyo número correspondiente al mes de junio pasado condenó la reelección del presidente:
“Las recientes elecciones (ya van algunas y repetidas) confirma inevitablemente, el camino conducente al reformismo paternalista y a la reencarnación del populismo (…) Pero nada de fondo ha cambiado en el Ecuador, continúa el clientelismo rústico, y como única práctica del poder, se instituye la organización y subvención de marchas y tarimas mercenarias de apoyo al gobierno (sabatinas radiales y cadenas nacionales) en el más insensato estilo publicista del populismo autoritario.
“Contra-ilusión ‘revolucionaria’, que oculta las verdaderas posiciones gubernamentales que siguen siendo en fondo conservador y aún francamente reaccionario, y que de veras, están bien lejos de lo que publicitan ‘la Patria ya es de todos’.
En su siguiente número, el de agosto, los Comuneros-LN acusan:
“(En) La proclamada “Patria de todos” poco o casi nada es realidad, los resultados del ejercicio del poder están a la vista: Imposiciones y autoritarismos al mejor estilo frebrescorderista, asistencialismo gubernamental al estilo social-demócrata Borjista y fiesta, desfile, sesión solemne, gabinetes rodantes, en medio de besos a reinas, comida criolla y una que otra tarima ciudadana, también al mejor estilo populista del Bucaramato o Gutierrismo.
“El discurso es tan distante de la verdad, hay hambre en las barriadas marginales urbanas de Quito y Guayaquil, las ciudades más grandes del Ecuador, mientras en las amplias zonas campesinas la pobreza motiva las oleadas migratorias. Sí hambre, el sucio dinero importado -DOLARES- ya no circula con facilidad, las “remesas” de los expatriados no aparece como antes, en definitiva la crisis se siente más en le país, y “nadie la detiene”.
Contra el discurso que pone a estos tres mandatarios como arietes de la revolución armada en el Hemisferio, la realidad muestra que no. Que hoy menos que nunca tienen buenas relaciones con los grupos radicales, quienes los critican porque pese a su encendido discurso justiciero, poco o nada, dicen, han hecho para cambiar la realidad económica de sus pueblos.
Quién lo dijera, a la izquierda de Chávez hay todavía mucha, mucha más izquierda.
viernes, 5 de febrero de 2010
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