16-junio-2009
Durante cuatro días de la semana pasada, 500 efectivos militares mantuvieron sitiadas a las comunidades de Puerto de Las Ollas y Las Palancas, municipio de Coyuca de Catalán, presumiblemente con el objetivo de capturar a la columna guerrillera que encabeza Omar Guerrero Solís, el comandante Ramiro del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
De acuerdo con el periódico El Sur de Acapulco, el saldo fue de 14 muertos civiles y un militar muerto, pero es una versión extraoficial, que ni siquiera el Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan ha podido confirmar. Por su parte, La Jornada reporta los mismos hechos, pero no menciona ningún muerto.
Tomo la crónica de la incursión militar que hace el reportero Jesús Saavedra, del periódico El Sur, quien refiere que los pobladores denunciaron atropellos por parte de los militares quienes habrían torturado a dos personas, robado comida, maltratado a las mujeres y a los niños, y pretendido sembrar en las casas ropa militar, semilla de amapola y armas.
Un detalle peculiar: se dice que el martes pasado, 9 de junio, al iniciar el operativo, un convoy militar con 60 efectivos ingresó a toda velocidad por una brecha de terracería al grito de “¡Viva Rogaciano!”; refiriéndose a Rogaciano Alba Álvarez, viejo cacique priísta de Petatlán, ex alcalde, ex presidente de la Unión Ganadera de Guerrero por más de 15 años, y a quien autoridades federales vinculan con el cártel de El Chapo Guzmán.
Y surge la pregunta, ¿militares exaltando la figura de Rogaciano? No suena descabellado, en tanto que Alba es todavía factor de poder en la región, ha logrado armar bandas de paramilitares para proteger sus ilícitos negocios y gozaría de la protección del gobernador Zeferino Torreblanca. Lo raro es que dicho apoyo fuera tan descaradamente explícito.
De hecho, en las recientes entrevistas que diera Omar Guerrero a medios de comunicación aseguró que hay “complicidad” de autoridades del estado y del Ejército con Rogaciano Alba Álvarez a quien acusó de tener un grupo civil paramilitar para aniquilar a campesinos que se oponían a la siembra de drogas o a la tala de montes en la sierra de Petatlán.
Dieron fe de las arbitrariedades de estos militares los coordinadores de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (Codehum) de Tierra Caliente, Rubén Román Bahena; de Costa Grande, Ramón Navarrete Magdaleno; el médico de la Codehum, Leonidas Mancilla Calvo; el abogado Juan Castro Castro del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan; Manuel Olivares Hernández del Centro de Derechos Humanos de Chilapa José María Morelos y Pavón; Virginio Vázquez del Consejo Ciudadano de Chilapa; Raymundo Díaz del Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad (Ccti) y Javier Monroy del Taller de Desarrollo Comunitario (Tadeco).
A partir del martes por la noche empezaron a llegar los refuerzos militares de Atoyac y de Lázaro Cárdenas. La población contabilizó unos 500 soldados que establecieron su base de operaciones en la cancha de tierra que tienen en Las Ollas; miércoles, jueves y viernes, montaron operaciones en la zona serrana aledaña a esa población en busca de los adultos que huyeron y de los “asesinos”, apoyados vía aérea con helicópteros artillados.
Los soldados se retiraron de la comunidad el sábado 13 de junio, antes de las 2 de la tarde. Viajaban a bordo de 12 vehículos Humvee, seis camionetas de redilas y una camioneta artillada.
Sabemos que el Ejército mexicano no es la institución más transparente de este país, y en este caso no hay comunicación oficial que avale dicho enfrentamiento. No se dice qué ocurrió ni para qué fue el operativo. Ni un solo boletín de prensa en su página de internet. Nada.
¿Qué sucedió exactamente?, ¿hubo muertos?, ¿cuáles fueron los objetivos y, en su caso, los logros o fracasos de la operación?, ¿es mucho pedir que las autoridades documenten este tipo de irrupciones?
A su vez, ¿qué tienen qué decir los guerrilleros al respecto?, ¿estaban de huida o buscaron el encuentro?, o ¿ni siquiera hubo enfrentamiento?
Más todavía, ¿las comunidades de la sierra comenzarán a vivir una era de terror y violaciones a sus derechos humanos similar a las de los años 70, cuando el Ejército, en su búsqueda de Lucio Cabañas, abrió un capítulo de horror en la historia del país?, ¿las fuerzas
viernes, 5 de febrero de 2010
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