15-diciembre-2009
El asesinato del comandante Ramiro, del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), el pasado 7 de noviembre, se dio entre versiones de que su victimario habría sido Cayetano Alvarado, un conocido narcotraficante local apodado el “cuche blanco”, quien representa los intereses del cartel de Sinaloa en la sierra de Guerrero.
Fuentes oficiales refirieron que Alvarado y Ramiro se pelearon por dinero al ser socios en el tráfico de drogas. El grupo armado comunicó a su vez que el narcotraficante actuó como sicario paramilitar al servcio del gobierno para liquidar al guerrillero.
No teniendo más dato duro que ambas versiones, a la distancia sólo queda para el análisis lo que el propio Ramiro refirió a periodistas que lo visitaron en mayo pasado, cuando rechazó estar aliado a los traficantes de drogas, a los que acusó de estar al servicio del gobierno.
Fue insistente en el deslinde de ambos ámbitos, en los que parece estar empeñada la información oficial en vincular, ya que acaba de circular en Chiapas un documento con la misma versión, por la cual existiría ya una tan compleja como increíble alianza entre cárteles del Golfo y Sinaloa para apoyar la lucha guerrrllera.
Para conocer de primera mano la versión de los alzados es indispensable leer el libro El cártel de Sinaloa, del periodista Diego Enrique Osorno, quien dedica 20 páginas a reproducir lo que han sido los intereses de ese grupo criminal en Guerrero y una entrevista con Ramiro en la que aborda el tema.
El líder erpista le dijo a Osorno que la guerra contra el narcotráfico emprendida por el gobierno federal es falsa, cuando menos en Guerrero, donde la connivencia entre policías y militares con narcotraficantes es de todos conocida. “Aquí el cártel del Chapo le está sirviendo al Estado y viceversa”, dice en un momento dado.
Refirió que caciques como Rogaciano Alba son los verdaderos enlaces del narco con los poderes fácticos de la zona y no los guerrilleros.
Reconoció estar al tanto que hay algunos campesinos que optan por sembrar mariguana en lugar de productos agrícolas por la rentabilidad que les ofrece, lo que en una zona tan depauperada del país como la serranía guerrerense hace toda la diferencia entre morirse o no de hambre. Aun así, nunca alude a que guerrilla y narcos hagan negocios juntos, como sucede en Colombia, por ejemplo.
A la luz de los acontecimientos, tal entrevista adquiere valor de un virtual testamento político del guerrillero, quien al hablar así puso sin querer el acento en lo habría de ser, después de muerto, un delicado punto de interpretación sobre su deceso.
También es rescatable el hecho de que la publicación no tiene como eje de análisis a la guerrilla, sino al grupo criminal de Joaquín el Chapo Guzman, al que exhibe en diversas facetas, desde sus más lejanos antecedentes en la historia, hasta las variadas caras que adopta actualmente para tratar de imponerse a los demás grupos competidores.
Es decir, Osorno no se propone redimir guerrilleros ni profundizar en el nexo narco-contrainsurgencia, sino mostrar lo que diversos sectores de la sociedad opinan sobre el cártel sinaloense. Su tema es otro y ya de paso se encuentra con la historia de Ramiro.
EPR apela a Comed
Ayer el EPR se deslindó de la muerte de Ramiro y pidió a Comisión de Mediación de intelectuales vuelva a sus trabajos de coadyuvancia ante el gobierno federal para dar con el paradero de sus militantes desaparecidos, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez.
Llama la atención en el documento que los eperristas aseguran tener información de que la cúpula del ejército podría estar por cambiar a estos dos desaparecidos del Campo militar número uno al bunker de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF) que tiene ubicado debajo de lo que fueron los juzgados que están a un lado de lo que fue el Penal de Lecumberri, en donde se encuentra actualmente el Archivo General de la Nación. ¿Será?
Levantar cadáveres en PerúUna curiosidad: el presidente peruano Alan García promulgó ayer la ley que autoriza a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional a realizar el levantamiento de los cadáveres de agentes caídos en combate con guerrilleros.
Una de las finalidades de la norma es evitar que las tropas que están en las zonas de emergencia del país corran el riesgo de ser emboscadas por subversivos al estar esperando al fiscal de turno para poder levantar el cuerpo de los fallecidos. Esto da idea de cómo se incrementa la actividad de la nueva versión de Sendero Luminoso.
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