26-marzo-2009
Muchas veces nos hemos preguntado en este espacio sobre la viabilidad de la lucha armada; sobre su preeminencia por sobre otras formas de lucha y organización política; aun por sobre la democracia formal.
En lo personal, recelo del conflicto armado –acaso, como dirían ellos, por mi condición de clase-, sin embargo comparto con ustedes, para saber su opinión, los argumentos del EPR al respecto, dados conocer en su órgano de difusión El Insurgente, número 112, página 22, correspondiente a diciembre pasado.
La retórica guerrillera es irreductible y maneja un cierto aire de redentorismo cuando alude al derramamiento de sangre como forma de redimir al pueblo en su camino de liberación. Apela hasta el idealismo a una sabiduría popular omnipotente, que todo lo sabe y nunca se equivoca.
En otra parte recuerda al EZLN cuando decía, en su Manifiesto de la Selva Lacandona, de 1994, con una contundencia moral difícil de rebatir, que en Chiapas se había llegado ya a un estado en el que daba igual al indígena morir de diarrea que de un balazo, y que ante la disyuntiva valía la pena jugársela en el intento.
Edité algunas líneas por cuestiones de espacio, pero la versión original está en la liga que ya subrayé antes, que es del Centro de Documentación de los Movimientos Armados. Veamos y comentemos.
“Hay quien piensa que la firme decisión de tomar las armas como único medio de emancipación del pueblo y del ser humano carece de justificación ya que nos conduciría al exterminio por la desproporción de “fuerza y poder” que hay entre Estado-Pueblo. Y ni que decir de aquellos que argumentan la inviabilidad de la revolución armada por ser causante de grandes pérdidas humanas (derramamiento de sangre) y de terribles “barbaries”, llegando a decir incluso que es más la destrucción y mal que causa, que el bien que proclama. Estos últimos afirman que acuden y citan a la propia historia para demostrar sus planteamientos.
“A los primeros les decimos: la diferencia podrá ser cuantitativa pero jamás cualitativa. Nuestro pueblo nos ha enseñado con su ingenio que hay muchas formas de lucha para igualar condiciones desproporcionadas, y que ese elemento que ven como debilidad es precisamente nuestra más grande fortaleza. Su error radica en concebir y considerar de forma simplista la lucha armada, sin conocer y comprender la complejidad que guarda su verdadera esencia. “(…) Pero el pueblo organizado siempre será más fuerte y vencerá porque la razón siempre estará en la voluntad del pueblo, aunque hay quien piensa que éste es ignorante y que los que realmente saben son sus “representantes” políticos, dejando en claro su concepción desvirtuada y corrompida que tienen de Democracia (si no pregúntenle al hombre que gusta de calzar votas de charol). Pretenden darse aires de guías del pueblo, conocedores de la verdad, cual si de un salvador se tratara; pretenden tener razón ante su hipócrita realidad de ilusas intenciones. Criminales es lo que son, apatridas y pueblocidas (inhumanos) detractores de la humanidad.
“Hay quien piensa lo peor de la lucha armada citando la revolución mexicana de 1910, haciendo un análisis incorrecto o incompleto de la historia olvidan que esta lucha fue traicionada, nunca triunfó como tal, y que jamás se cumplieron sus verdaderos ideales. Olvidan que en la lucha armada del pueblo hay formas y métodos que difieren de la concepción simplista de la guerra que implicaría su inevitable aplastamiento y derrota. Aún así, les decimos que la posibilidad de reivindicarse siempre está abierta, por que hacer esto no es traicionarse sino mas bien dignificarse.
“Otros, la gran mayoría, influidos por los primeros temen o rechazan la lucha armada por que piensan o creen que esto implica la muerte. Es cierto, morir es una posibilidad dentro de la lucha armada, pero ¿Acaso el no hacer nada nos garantiza la vida? ¿Acaso será mejor soportar el yugo y esperar a que la miseria acabe con nosotros? ¿Podrán decir cuál es la diferencia entre morir de hambre, en la miseria, y morir luchando si al final es lo mismo?. La gran diferencia es la dignidad humana, pues podemos permanecer indiferentes ante la injusticia y tal vez, sólo tal vez, viviremos para ver a nuestros hijos, a las nuevas generaciones, en la miseria, en el hambre y el dolor; en las más inhumanas condiciones posibles.
“O podemos correr el riesgo de morir luchando por acabar con este lastre de la humanidad que solo engendra miseria. Porque morir así implica un acto de amor a la vida misma, por hacerla mas digna y justa. Por que saber que otro mundo es posible y no hacer nada sería traicionarse como seres humanos conscientes, no podemos ser indiferentes ante lo inhumano, pues esto implicaría auto negarnos.
“A aquellos que argumentan la inviabilidad de la revolución armada “recurriendo a la misma historia”, les decimos: citan a la historia desde una perspectiva y posición política-ideológica clasista y distorsionada, dejando fuera de su análisis la integridad de la misma. Ven solo lo que quieren ver. Mutilan a la historia desde sus propios intereses.
“(…) por eso les decimos, sobre todo a los que van dirigidas estas ideas, al pueblo: que no nos engañen con su juego de argumentos persuasivos, que no nos engañen con sus mentiras. Por que si vemos y analizamos quienes son los que argumentan estas ideas, y desde que posición lo hacen, nos daremos cuenta que se trata de aquellos que sin la revolución en nada hubiera cambiado su posición de apoderados, de beneficiados directos del gobierno derrocado, de aquellos que viven en la opulencia a costa del pueblo. Y en el mejor de los casos se trata de aquellos que viven apartados de la realidad, esos que fundan castillos de arena en el aire por no conocer y vivir la cruda realidad.
“Porque es sencillo y cómodo argumentar desde la supuesta intelectualidad.
“La revolución armada esta más que justificada, es una necesidad categórica. Por que la explotación humana es ética, moral, política y socialmente reprobable (desde donde se quiera ver); no hay argumento valido ni verdadero que la justifique. Por eso esta necesidad nos corresponde a todos: mujeres, hombres, jóvenes, estudiantes, profesionistas, obreros, campesinos, religiosos, ateos; al pueblo en general. En nuestras manos está la fuerza de la libertad, rompamos juntos las cadenas de la opresión para alcanzar nuestra felicidad como pueblo”. Y cierran el texto con un poema.
viernes, 5 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario