viernes, 5 de febrero de 2010

EPR-ERPI: pleitos de familia

06-agosto-2009
El 29 de julio pasado, el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) emitió su comunicado número 39, en el que responde a una comunicación previa del Ejército Popular Revolucionario (EPR), en la que esta organización enviaba un solidario saludo a los erpistas en un momento de particular persecusión allá en Guerrero. De paso los exhortaba a explorar la posibilidad de trabajar juntos en pos de la unidad guerrillera.
La respuesta del ERPI es firme. Tanto, que salvo que el EPR de veras tenga muchas ganas de unirse, el comunicado abre pocas rendijas para el acercamiento.
La carta refleja el tamaño de reproches que tienen acumulados, y las dimensiones de diferencias que tendrían que zanjar. Vale recordar que el ERPI es una escición del EPR, producto del desprendimiento de su comité estatal guerrerense, que acusó a la dirección general del PRPR-EPR de prácticas autoritarias, entre ellas decisiones verticales antidemocráticas y ejecución de compañeros militantes.
Del texto –reproducido íntegramente en la página del Centro de Investigación de los Movimientos Armados (Cedema)- destaco los siguientes puntos:
“Compañeros del Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario, manifestamos bienvenida y optimismo por las expresiones de compañerismo que en sus comunicados recientes han difundido. Aún cuando esto haya tardado más de 10 años en florecer tras larga reflexión, pues en efecto, somos compañeros de lucha aunque esto haya sido puesto en duda por ustedes y otros en un principio. Sin embargo, es necesario aclarar lo siguiente:
“Primero: Sabemos ciertamente que la actitud de Miguel Ángel Mesino (N.R: ejecutado por el EPR en 1995) no fue ajena a el conocimiento de ustedes ni tampoco de la dirección de las FARP en su segunda etapa (…)
“Segundo: Públicamente, afirmamos de manera categórica que nuestro alejamiento del proyecto PDPR-EPR fue parte de un proceso de varios meses, que da como resultado la DESCONFIANZA y el desacuerdo a los métodos de solución que había en el partido ante la disidencia que habitualmente se resolvía de una manera autoritaria y hasta violenta. (…)
“Tercero: Les aclaramos que la reunión del Charco en Junio de 1998 no fue para realizar una consulta para decidir si se iban para uno u otro proyecto, pues esa consulta la dimos por concluida desde marzo de 1998. En la reunión referida se trataban asuntos como los nuevos planteamientos de construcción del poder popular así que no confundan las cosas. Como es del dominio público, la junta en El Charco fue detectada por el ejército federal que masacró a población civil; poco tiempo después ejercimos la autodefensa. (…)
“Cuarto: Con respecto a la beligerancia, exabruptos, descalificaciones, etc. En efecto han existido y sobre todo tienen que ver con la dureza con la que ustedes han calificado a todos los que ya no caminamos con ustedes. Pero para creerles que ya no es una cosa lo que dicen, otra lo que escriben y otra lo que hacen: es muy necesario que se deslinden por escrito y de hecho, de cualquier sentencia de muerte en contra del compañero Antonio (N.R: Jacobo Silva Nogales, actualmente preso en Nayarit) y de todos los demás compañeros que se han separado de su estructura pues han llegado a nosotros las noticias de todas aquellas sentencias absurdas. (…)
“Quinto: La Unidad y/o coordinación revolucionaria debe darse, ninguna organización insurgente es autosuficiente en la actualidad. Pero para empezar es necesario reconocer los errores propios y no solo juzgar los de los demás”. Hasta aquí lo central del texto. La carta no la firma el comandante Ramiro (Omar Guerrero) en lo individual, actual cabeza visible del grupo, sino la Dirección Nacional del ERPI, lo que le da un carácter de mayor importancia a la misiva.
Son pleitos de familia –tal vez literalmente hablando- que de momento se antojan insalvables y, por lo mismo, difíciles de superar en el corto plazo, salvo que hubiera coincidencia en la lectura de lo que está pasando en el país y ambas partes consideraran la coyuntura como ideal, casi irrepetible, para forjar un movimiento nacional guerrillero unificado.

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