viernes, 5 de febrero de 2010

Terrorismo

18-septiembre-2008
La pesadilla nos alcanzó. Con el atentado terrorista de Morelia, la noche del Grito, se vino abajo el discurso gubernamental que limitaba las miles de ejecuciones anuales en el país a ajustes de cuentas entre cárteles de droga por el dominio de plazas y rutas de trasiego, siendo que en realidad se trataba de los albores de la guerra por la gobernabilidad de México: los narcos no sólo quieren policías a modo, sino gobernantes a su servicio y tranquilidad para desarrollar sus actividades. La seguridad nacional está en riesgo.
Descartado el elemento guerrillero como perpetrador de la matanza de la plaza Montes de Oca, se puede concluir que el crimen organizado -seguro de sus capacidades de fuego y corrupción- decidió dar el paso hacia el terrorismo.
Hubo un precedente inmediato anterior, que reveló sus nuevas intenciones. Los 24 cadáveres encontrados en La Marquesa, el viernes pasado, no eran de miembros de ningún cártel, sino albañiles que fueron “levantados” para ser usados en un ejercicio de fuerza frente a las autoridades.
Que bandas del crimen tomen a la sociedad como rehén tiene su antecedente en Colombia, en los años 80, cuando los cárteles de Bogotá (Pablo Escobar Gaviria) y de Medellín (Gilberto Rodríguez Orejuela) buscaban no ser extraditados a Estados Unidos.
Con el paso del tiempo, los cárteles fracasaron en su intento, aunque avanzaron mucho en su “compra” de políticos y legisladores. El temor que generaron no fue tan grande como para entregarles el país en bandeja de plata.
¿Cuál será la historia en México? Los estrategas militares y civiles que encabezan esta lucha afirman que los cárteles están desesperados por ir perdiendo la guerra que se les declaró en diciembre de 2006, pero como sociedad no sabemos si en realidad debemos asociar el número de muertos inocentes al gran “éxito” de las autoridades, cuando hay otros indicadores que van en sentido contrario, como por ejemplo el creciente consumo de estupefacientes entre los jóvenes mexicanos.
El presidente Felipe Calderón dijo que no se aceptarán los cobardes chantajes de los delincuentes, pero los recientes escándalos relacionados con los secuestros de alto impacto demostraron la baja confiabilidad de los cuerpos de seguridad nacional, así como el pobre trabajo de inteligencia que permite que este tipo de actos se cometan con total impunidad.
La lucha ya no es sólo por aprehender a dos o tres capos del narcotráfico, porque ya no se trata nada más de descabezar organizaciones que han demostrado gran capacidad de auto-regeneración, sino ahora que los criminales han puesto como potencial blanco de ataque a toda la sociedad, la tarea fundamental es la de proteger vidas humanas, abatir la impunidad, impedir el acceso del dinero del narco a la política y conjurar la migración de inversiones.
En suma, de lo que se trata es de preservar la gobernabilidad del país, frente a quienes ya se descararon y han pedido para sí el control del Estado mexicano.

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