viernes, 5 de febrero de 2010

Nazar Haro, la leyenda negra

11-diciembre-2008
El periodista Jorge Torres acaba de publicar el libro “Nazar, la historia secreta”, que sirve como referencia obligada para hablar de Miguel Nazar Haro, el temible agente del Servicio Secreto y la Dirección Federal de Seguridad durante los años de la “guerra sucia” en México, acusado de crímenes de lesa humanidad, pero exonerado por la débil Fiscalía Especial para Movimientos Políticos del Pasado, quien dijo no haber encontrado pruebas en su contra, pese a multitud de testimonios.
En 172 páginas que se van como agua, el texto incluye una entrevista con el escurridizo personaje y una semblanza del mismo, con datos poco conocidos de él, como la llegada de su padres a México, provenientes de Líbano, en 1924; su fortuito ingreso al Servicio Secreto, en 1949, gracias a haber devuelto un portafolio del regente capitalino, olvidado en un taxi; sus primeros asesinatos en los años 50, durante las manifestaciones henriquistas en la ciudad de México; y el celo con que el FBI lo protegió cuando en la década de los 80 fuera acusado de diversos delitos en Estados Unidos.
La parte central del texto es una sucesión de episodios de su lucha contra los movimientos guerrilleros de los años 70, con todos los procedimientos de “investigación” y represión que le dieron su negra fama. La parte final aporta elementos, anecdóticos pero útiles, para reconstruir la historia de la descomposición de los servicios secretos y de inteligencia en el país, gracias a personajes como él y Javier García Paniagua.
Había el antecedente de un perfil del propio Torres en la revista “Día Siete”, y dos entrevistas clave, publicadas ambas en febrero de 2003, una de Raymundo Riva Palacio aquí en El Universal y otra de Gustavo Castillo en La Jornada, en las que sin decir mucho se pinta a sí mismo de cuerpo entero.
- ¿Torturó usted? - Pues si me enseñan a torturar puede que aprenda.- ¿Asesinó? - Fíjese que nunca he matado ni una mosca y menos a un ser humano.
Eso fue lo que le dijo a Riva Palacio y es el epígrafe que le pusimos Laura Castellanos y yo al epílogo del libro “México Armado” por su contundencia. El torturador por antonomasia, con muchos testigos que sobrevivieron a sus prácticas, se define como un inocente policía incapaz de hacer daño.
Exonerado en 2006 de cualquier delito, por no habérsele probado nada, según el fiscal Carrillo Prieto, el octogenario policía no ha podido evadir el juicio de la historia, que le es mayoritariamente desfavorable. De hecho, no sólo en la mitología de la izquierda mexicana, sino en el lugar común del habla cotidiana del mexicano, su nombre es sinónimo de violación a derechos humanos.
Leer lo que fue y representa es importante para aprender de la historia y evaluar en su justa dimensión al personaje. No sé tu qué opines, pero hay quienes critican el hecho de que se reportee y entreviste a estos personajes, pero periodísticamente es indispensable dejar registro de lo que piensan, de cómo se expresan y de cómo asumen su misión en la vida (en el caso de Nazar como una cruzada patriótica en defensa del Estado mexicano).
No se puede entender al otro si no se trata de pensar como él, de razonar a su manera, por difícil o deleznable que nos parezca, y para este caso en particular creo que el libro de Torres es de lectura obligada.

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