viernes, 5 de febrero de 2010

Margarita, hermana de Gabriel

18-diciembre-2008
Ya viene la Navidad, los abrazos, la cena aunque sea con pollo rostizado, baja la actividad productiva, aumenta el consumo, siguen las malas noticias por la crisis económica que amenaza con ponerse muy dura el próximo año y pareciera que todos los problemas del país pueden ponerse en estado latente durante las siguientes tres semanas.
Hay asuntos que, sin embargo, por su gravedad no pueden ponerse en stand by. Sobre todo los relacionados con potenciales crímenes de lesa humanidad como el de los eperristas desaparecidos, Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya, que fueron noticia este año, ya que en abril el EPR apeló a una instancia civil para que coadyuvara a su búsqueda, en lo que representó una inédita acción política que pocos esperábamos.
No han aparecido. Y a decir de la Comisión Mediadora de intelectuales integrada para el caso, no se ve mucha disposición gubernamental para ayudar a su localización.
Comparto con ustedes una plática que tuve en la ciudad de Oaxaca, en julio pasado, con Margarita Cruz Sánchez, hermana de Gabriel Alberto, uno de los desaparecidos, que me parece que puede ser un buen punto de partida para conocer lo que se está viviendo en el seno familiar ante la incertidumbre de su paradero.
“Para Margarita Cruz, la búsqueda de Gabriel Alberto Cruz Sánchez, uno de los dos militantes cuya presentación exige el Ejército Popular Revolucionario (EPR), no es asunto político, sino un deber moral, quien dice ver con desesperación que el tiempo pasa y no aparece.
“A pesar de tener 30 años de no verlo dice que sería inhumano de su parte no buscarlo; “no podría estar tranquila” y define la situación de los familiares de los desaparecidos como de franca guerra psicológica.
“Asegura que de junio del año pasado –cuando se conoció su desaparición- a la fecha, han ido de la esperanza al hostigamiento, sin que ninguna autoridad les de respuestas concretas de su paradero, aun cuando todo apunta a que en su detención participaron oficiales del gobierno oaxaqueño y del federal.
“Nosotros como familiares de él y de Edmundo Reyes creemos que están vivos, aunque ha habido rumores de que ya están muertos, pero si eso pasó, pues nos lo hubieran dicho desde el principio. La autoridad está enredando todo para difamarlos y decir que son delincuentes, cuando en realidad son luchadores sociales. Si cometió un delito que lo juzguen, pero no que lo desaparezcan”.
“Dice que en estos 15 meses de búsqueda han tenido momentos de esperanza, sobre todo cuando se les presentó a finales del año pasado el agente Alejandro Punaro, de parte de la Secretaría de Gobernación, hablando a nombre del presidente Felipe Calderón, para decirles que les tenía “buenas noticias”, que al final resultaron falsas. “Es una persona alta, corpulenta, con cara de ángel”, quien al final se disgustó porque no fue junto con sus hermanos a una entrevista con el general Tomás Valdés.
“Después de eso, menciona que vino una etapa de hostigamiento hacia ella y a algunos de sus hermanos, de los cuales se reserva el nombre, quienes fueron visitados en sus lugares de trabajo por agentes de la PGR para hacerles preguntas, les intervinieron sus teléfonos y les pusieron vigilancia.
“Más aún, denuncia que comenzaron a surgir informes anónimos en los que la vinculaban a ella y a sus hermanos con el EPR, de lo cual dice que ella es muy independiente.
“Han surgido en el camino otros testimonios de supuestos testigos del asesinato de los dos detenidos, quienes habrían sido enterrados en la región de los Loxichá, todo lo cual no ha sido probado.
“También se nos dijo que había dos cuerpos en Zimatlán; y nada”. Después vinieron las exhumaciones de cinco personas enterradas irregularmente en el panteón Jardín de Oaxaca, “de lo cual la autoridad nunca nos avisó oficialmente”; pero tampoco hubo resultados positivos.
“Sobre el video difundido en internet en el que parece que Gabriel habría estado apoyando a la APPO en 2006, Margarita asegura que es una persona ajena, dueña de un taller de carpintería, que nada tiene qué ver con su hermano.
“Es muy desgastante para los familiares esta incertidumbre. Es una guerra psicológica”.
“En todo momento apoyada por la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh), Margarita admite tener más de 30 años de no ver a Gabriel. “Cuando se fue a la lucha, salió en la prensa, y vino la policía”.
“Dice no haber tenido contacto con él durante todo este tiempo y vuelve a saber de él cuando el grupo armado lo reivindicó como militante y desaparecido. “Primero lo llamaron Raymundo Rivera, y ni en cuenta. El impacto para mi fue cuando empieza a salir su nombre real y una foto que difundió el grupo (EPR), que primero me costó trabajo reconocer”.
“Sin querer ahondar mucho en la biografía de su familia y de sus demás hermanos, menciona que hace tres décadas Gabriel tenía 26 años. Era soltero, muy serio, nada noviero o bailarín. Fue estudiante de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca, donde estudiaba la preparatoria y era miembro de la mesa directiva de su escuela.
“Margarita dice que aunque es cuatro años más pequeña que él, lo recuerda como una persona muy sensata para su edad. “Me ayudaba a preparar materias en las que yo iba mal; era muy protector con los hermanos más chicos. Íbamos con él a los cines Oaxaca o Reforma, que ya no existen, a ver películas de caricaturas”.
“Recuerda que ella y sus hermanos vivieron de niños en el centro de Oaxaca y que no eran ni ricos pero tampoco muy pobres, sino clase media, producto del trabajo de su papá como mesero en un hotel del centro de la ciudad, de donde se jubiló y puso una mueblería en la que todos los hijos participaban.
“Llegaban de la fábrica los pedidos de colchones y todos empezábamos a desempacarlos. Gabriel colaboraba llevando muebles a los domicilios”. De sus hermanos mayores a Gabriel, dice no recordar mucho, porque eran muy grandes. “Imagínese, entre todos fuimos nueve hijos”.
Hasta aquí la plática. La reproduzco como parte necesaria del análisis de la situación, donde han hablado muchos actores involucrados en el caso –en esa ocasión incluso entrevisté al gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz- y creo que sirve como un ángulo distinto del drama, más allá de las variables políticas del caso.
Cuando hablamos de guerrillas solemos fijarnos en las armas y muy poco en los seres humanos. Como la misma Margarita dice, sí Gabriel cometió un delito, que se le juzgue, pero lo que no se puede es quedarse impávido ante un potencial crimen de lesa humanidad, con su desaparición forzada.

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