viernes, 5 de febrero de 2010

Guerrilleros metidos a narcos

14-octubre-2008
A ver. Les comparto esta plática que tuve con Jorge Lofredo, investigador del Centro de Documentación de los Movimientos Armados, sobre el tema de las guerrillas y los narcotraficantes.
La hicimos antes de que detuvieran a los presuntos autores materiales de los atentados la noche del Grito en Morelia.
Jorge me dice que cuando los guerrilleros le entran la delincuencia común están en decadencia o han claudiocado ideológicamente en aras de sobrevivir.
Lofredo asegura que no hay evidencia de que las guerrillas mexicanas se hayan aliado con el narcotráfico o haya incurrido en actos de terrorismo, como el ocurrido en Morelia, pero, si así lo hicieran, estarían sellando su certificado de defunción.
En todo este tiempo, la guerrilla ha procurado obtener legitimidad para sus demandas, incluida la propuesta del EPR para que, vía una iniciativa política, como lo es la Comisión de Mediación, se busque a sus militantes desaparecidos. Pero hoy, si incurre en el terrorismo o planea aliarse con el narco, dilapidaría todo el camino recorrido de ocho años a esta parte.
Considera que, además del deslinde que ya hicieron por escrito EPR y TDR, los movimientos armados no podían ser beneficiarios de una acción como la de la ceremonia del Grito en Morelia, ya que generan el clima ideal para que la militarización del país se acentúe y se persiga a narcotraficantes, delincuentes y guerrilleros por igual, aunque representen cosas distintas.
“Le daría justificación a los que por una estrategia contrainsurgente suelen hacer creer que narcotraficantes, criminales, secuestradores y guerrilleros son lo mismo, enemigos de la sociedad, bandidos, etcétera”.
En un punto que necesito que reflexionemos todos, Lofredo no considera terroristas los ataques eperristas a los ductos de Pemex, de julio y septiembre del año pasado, pues dice que fueron acciones reivindicadas de propaganda, realizadas lejos de centros urbanos, de madrugada y con el cuidado de no causar víctimas civiles –condición necesaria para que sea calificada así por la Convención de Ginebra-; “ni siquiera causó bajas de policías o militares”.
Aun así, no descarta que eventualmente algún grupo guerrillero en descomposición, pudiera relajar sus estándares ideológicos por obra de la desesperación de sobrevivir y se aliara a grupos de delincuencia común u organizada, pero afirma que de momento no se percibe eso en México.
“Pasó con el Ejército Revolucionario del Pueblo, de Argentina, en la década de los 70, que luego de ser descabezada su dirigencia comenzó a aliarse a criminales. También pasó en México con algunos resquicios de la Liga Comunista 23 de Septiembre, ya en la década de los 80, que realizó acciones conjuntas con maleantes del orden común, cuando la organización estaba casi desmantelada”, refiere.
Dice, sin embargo, no tener datos duros para calificar a las FARC de Colombia como narcoguerrilla –uno de los lugares comunes cuando se habla del tema en América Latina-pues desconfía de los reportes de inteligencia de ese país y de los papeles presuntamente encontrados en la computadora de Raúl Reyes, en marzo pasado, aunque reconoce que cuenta con un control territorial importante que pudieran codiciar los narcotraficantes.
A mi me parece que las evidencias de que las FARC e incluso el ELN están metidos hasta el cuello en el narco son enormes, pero coincido con que, en el caso de México, todavía no tenemos información de inteligencia o contrainteligencia que nos diga lo contrario.

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