viernes, 5 de febrero de 2010

EPR ¿y las ideas?

24-abril-2008

Cuándo lees sobre el EPR o la guerrilla ¿qué es lo primero que se viene a tu mente? Muy probablemente sea: armas, clandestinidad, secuestros, espías, agentes del Cisen, contrainsurgencia, bombas. Quizá muy en segundo plano, revolución, insurgencia; y puede que hasta el final socialismo, justicia social, campesinos, desapariciones políticas, represión.
Estos tres planos de lectura permiten inferir que algo anda mal en la comunicación guerrillera. Que la sociedad le otorgue prioridad al aspecto militarista por sobre el ideológico hace suponer que existe un desconocimiento generalizado de lo que dicen ser los movimientos armados revolucionarios en México y el mundo, que es la transformación social, política y económica mediante un cambio de régimen.
Sin embargo, esta ignorancia de las ideas que animan la revuelta los divorcia de amplias capas de la sociedad, que reduce el mensaje guerrillero a la violencia, a la que temen amplios sectores de la sociedad. EPR y similares difunden más la parte agresiva de su discurso, sin profundizar en su mensaje, su ideario o proyecto de nación que sabemos que tienen y que es complejo. Al auto-reducir su discurso fortalecen por oposición a la democracia electoral que va por la vía pacífica.
También facilitan las labores de inteligencia, pues es fácil aislarlos y presentarlos como violentos. Hay que recordar que cuando el EPR realizó su ofensiva de agosto de 1996, el gobierno federal los identificó como la “guerrilla mala” a diferencia de los “guerrilleros buenos”, que eran los zapatistas que estaban sentados en la mesa de negociación.
Dando toda la importancia al aspecto militar, los guerrilleros no fomentan la ampliación de su base social, más allá de la que detentan de manera natural en sus lugares de origen. Aseguran que las masas se incorporan más y más a su lucha, conformando con su inconformidad un amplio frente de lucha y resistencia… que poco se ve y que no permea hasta casi ser una nueva hegemonía social, que sería lo que en última instancia les daría la legitimidad social para el uso de su fuerza.
El EZLN, vía sus iniciativas como La Otra Campaña, ha dado a entender que su concepción revolucionaria no parte de un grupo armado que primero pretenda ganar la batalla al Ejército federal y tomar el poder, sino que pretende primero conquistar las simpatías ciudadanas, las de la sociedad civil, para entonces estar en condiciones de sumarse a un cambio de régimen de abajo para arriba. De ahí la consigna de que la columna guerrillera debe “mandar obedeciendo”.
Gloria Arenas, la ex coronel Aurora del ERPI ha señalado con sencillez que el ERPI se escindió del EPR porque éste pretendía imponer a las comunidades su concepto revolucionario, cuando el proceso, concebían ellos, debería ser al revés, escuchar a las comunidades y acompañar las luchas populares, no subordinarlas a una dirigencia.
“Las comunidades nos enseñaron que no se podía llegar de fuera a dirigir o a imponer por muy vanguardia que nos creyéramos o por muy idealistas que fuéramos".
Este factor de autocrítica no se detecta en los comunicados eperristas, que insisten en opinar sólo de la coyuntura, pedir legítimamente -creo yo- la aparición de sus militantes desaparecidos y amagar con el fuego. Atorados en esa semántica inmediatista será difícil arraigar un mensaje más de fondo en las capas de la sociedad ajenas hasta ahora a la lucha armada.
En su más reciente comunicación del martes pasado, el EPR incluso comienza con un enojado “¿Acaso Calderón ya amenazó y mandó acallar a los medios para que no den a conocer nuestros comunicados y nuestras entrevistas?”, cuando si algo ha sido centro de la atención nacional durante el último año cuando menos han sido los mensajes escritos que vía correo electrónico emite este grupo armado. Algunos incluso subidos al portal de EL UNIVERSAL con una diferencia de minutos después de haber sido enviados. Disposición a una entrevista no falta.
Después de los atentados a los ductos de Pemex de septiembre del año pasado, una encuesta de nuestro periódico mostró que la ciudadanía en general teme al EPR, pero puede justificar en mayor grado a una guerrilla cuando ésta aparece “para remediar la pobreza de la población” (43% la respalda y 54%, no).
No es un apoyo mayoritario, pero quiere decir que existen los cimientos para que la gente entienda el carácter justiciero de la lucha.
Una transformación de la comunicación guerrillera, dentro de los límites propios de la clandestinidad sería oportuno, pues supondría mayores grados de difusión ideológica, menos adjetivos y más sustantivos.
De otra forma, pienso que seguirán condenados al ostracismo, el militarismo y, finalmente, a la pérdida de una nueva oportunidad para promover el cambio social.
En suma, tenemos que preguntarnos ¿el EPR está dispuesto a diversificar su comunicación?; y por otro lado, ¿la sociedad está dispuesta a escucharlos?

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