viernes, 5 de febrero de 2010

El outsourcing de nuestra inteligencia

27-mayo-2008
Ayer nuestro compañero de EL UNIVERSAL, Jorge Ramos publicó una nota en la que se constata que el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) contrató a la empresa Consultores en Diseño de Estrategias Político-Legislativas, SC, en el año 2007 para “consulta de la información sobre el Legislativo y su actualización continua en la herramienta automática (base de datos), las 24 horas del día los siete días de la semana”. En otras palabras, espionaje puro del poder Ejecutivo al Legislativo.
Además de que se ve feo y suena ilegal que uno de los poderes de la Unión espíe al otro -lo que conlleva un conflicto político de grandes y graves dimensiones que va a dar de qué hablar muchos días y semanas-, llama la atención el pequeño detalle implícito de que se contrató a terceros para hacer labores propias del Cisen. Un outsourcing de la inteligencia, similar a la tendencia mundial impuesta por Estados Unidos de privatizar todo, hasta la seguridad nacional y su guerra contra el terror.
El principio neoliberal en que se basa esta práctica es que el gobierno no tiene por qué ser el que procure por sus medios la seguridad nacional, sino el que tiene qué garantizar que se consiga, así sea contratando a terceros.
En los hechos, es la renuncia del Estado a su labor más elemental de otorgarle seguridad a sus ciudadanos y contar con un ejército nacionalista que defienda a su país.
Es por eso que en el contexto posterior al 11/9 y de la guerra en Irak estalló el boom de empresas privadas estadounideneses encargadas de ofrecer servicios vinculados a la seguridad interior, la contrainteligencia, el contraterrorismo y la milicia.
Los primeros en aprovechar esta subasta de la seguridad nacional de EU fueron los propios ex funcionarios de dicho ámbito, que ahora se enriquecen con la información que tuvieron en su momento y con los contactos y leyes hechos durante el tiempo de sus respectivos encargos. El debate sobre lo poco ético de esta práctica ha quedado ya muy rebasado ante la orgía de dólares que está corriendo con ese pretexto.
Revisemos una lista parcial de lo que sucede. De entrada se está privatizando el Ejército. Ya opera en Irak la tristemente célebre empresa Blackwater, que vende servicios policiales y de seguridad en Irak. Se ha visto envuelta en múltiples violaciones a los derechos humanos y excesos en el uso de la fuerza con víctimas fatales incluidas.
Halliburton, descaradamente propiedad del vicepresidente Dick Chenney, cuya subsidiaria en servicios de inteligencia, Brown & Root, ha ganado, casualmente, muchos contratos para llevar seguridad a Irak.
La recién creada Oficina para la Actividad de Contrainteligencia de Campo (CIFA por sus siglas en inglés), entidad gubernamental paralela a la CIA, contrata de manera externa al 70% de sus agentes.
Casi el 80% del personal que realiza los interrogatorios en cárceles como Guantánamo son contratistas empleados desde la página de internet www.intelligencecareers.com.
¿Más empresas privadas haciendo el trabajo de inteligencia que correspondería al gobierno estadounidense? Ahí les van.
Ridge Global, fundada por Tom Ridge, el primer encargado del despacho de Seguridad Interior (Homeland Security). Ashcroft Group, creada por Tom Ashcroft, ex procurador general estadounidense.
Richard Clark, zar antiterrorista con Bill Clinton, fundó Good Harbour Consulting. James Woolsey, ex director de la CIA, armó Paladin Capital Group.
Richard Perle, socio del ex secretario de Estado Henry Kissinger, fundó Trireme Managment Group. Todas las anteriores empresas vinculadas a vender e invertir en ese tipo de servicios.
¿Para allá vamos en México? ¿El Cisen deja en manos de terceros la inteligencia y la seguridad nacional?, ¿tenemos empresas privadas tan confiables en recolección y análisis de información?, ¿se están contratando empresas extranjeras? Como la información respectiva está reservada por 12 años, precisamente por ser asunto de seguridad nacional, pues todo es opaco y confuso.
No es patrioterismo. Es elemental sentido de autodefensa nacional. ¿Qué sigue, blackwaters chilangos?

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