viernes, 5 de febrero de 2010

El espionaje en México

10-julio-2008
Ayer, el periodista Jorge Torres y yo participamos en un chat de EL UNIVERSAL on-line con el tema del espionaje en México, a raíz del escándalo desatado por el senador Manlio Fabio Beltrones (dado a conocer de adelanto por la columna Bajo Reserva de este mismo diario), quien dijo que lo persiguen agentes de inteligencia, presumiblemente del Cisen.
Yo mantuve en la plática electrónica con los lectores mi posición de que el espionaje contra la delincuencia debe existir, siempre con orden judicial de por medio (como lo establecen el artículo 16 Consitucional y el artículo 34 de la Ley de Seguridad Nacional), y que el espionaje político, con fines partidistas debe censurarse. No importa que se diga que dicha práctica data de los tiempos del PRI, ni que abunde en todo el mundo, comenzando por Estados Unidos (remember Watergate y el Acta Patriótica de George Bush).
Percibí a la gente preocupada porque el gobierno pueda intervenir sus llamadas telefónicas e irrumpir silenciosamente en sus vidas privadas. Temor fundado, pero que no puede ser parejo en la sociedad, pues quienes son víctimas de ese uso faccioso de los aparatos de inteligencia, por lo general son opositores políticos, sean partidistas, sociales o revolucionarios.
Se hizo bien en quitar de la reforma judicial (Ley Gestapo) la apertura y libertad para que cualquier policía pudiera allanar casas e intervenir conversaciones privadas, con la sola sospecha de un ilícito, lo cual era muy ambiguo y peligroso. Eso nos iba a llevar al Estado fascista.
Entiendo el reclamo de policías y militares que quieren menos trabas para su trabajo contra la delincuencia, pero abrir la puerta a los abusos era mucho más peligroso.
Insisto, no se vale espiar si no es con fines anticriminales. Para qué espiar a Manlio Fabio, a Espino o a AMLO, si el Chapo Guzmán anda suelto, si por las aduanas mexicanas entra toda clase de armas, drogas y porquería, o si el narcomenudeo domina el Distrito Federal. Para qué buscar redes guerrilleras en organizaciones sociales, muchas de ellas ajenas a los movimientos armados, si el secuestro es un delito en ascenso en México, así como las extorsiones telefónicas.
Estamos listos para cacharles amantes y trapos sucios a los enemigos políticos y usarlo en su contra, pero por el otro lado el crimen organizado está suelto y hace de las suyas, burlándose de esos centros de inteligencia que no pueden con ellos.
En el mundo, las actividades de recolección y análisis de información con fines de seguridad nacional se hacen, en un 80% vía fuentes abiertas de información (periódicos, Internet, televisión, entrevistas con personajes, foros, conferencias) y sólo un 20% mediante el seguimiento físico de personas y la intervención de sus comunicaciones.
En México no es diferente, pero debemos garantizar que ese porcentaje se use en lo que de veras atenta contra la seguridad del Estado, entendido éste como el todo que conforman el territorio, la población y el gobierno.

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