viernes, 5 de febrero de 2010

Crisis de inteligencia en EU

22-julio-2008
Después del chubascote que se le vino encima al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), hay quien nos comenta que los verdaderos buenos servicios de inteligencia en el mundo son los estadounidenses. Pero creo que es pura fama.
Endiosados por la industria fílmica de su país como unidades omnipotentes y perfectas, los servicios de inteligencia estadounidenses se encuentran en realidad con la moral por los suelos y con muchos planes para “lavarse la cara” vía el mejoramiento del perfil de sus espías e invirtiendo más en investigaciones científicas aplicadas.
Acusados de violar los derechos humanos, de torturar prisioneros en cárceles clandestinas, de simular ejecuciones con agua (waterboarding), de destruir grabaciones con evidencias, de no haber prevenido los ataques del 9/11 y de jamás haber probado la existencia de las armas de destrucción masiva de Irak, entre otras cosas, ahora las 16 agencias de inteligencia del gobierno de Estados Unidos planean cambiar sus paradigmas de investigación, muchos de ellos basados en manuales que datan de la época de la Guerra Fría, sin conexión con el moderno mundo del terrorismo global.
El director de la CIA, Michael Hyden ha reconocido tales fallas, pero también ha responsabilizado a los medios de comunicación y algunos académicos de fijarse sólo en lo que ha salido mal y no en lo que se ha tenido éxito.
En el último año se han publicado tres “best sellers” que con mayor o menor contundencia han profundizado la mala imagen de los servicios de inteligencia de aquel país: “Legacy of Ashes” de Tim Weiner, “Spying Blind” de Amy Zegart y “Enemies of Intelligence” de Richard Betts.
Ahora bien, para revertir esa corriente de opinión, lo primero que planea hacer el gobierno de Estados Unidos es fortalecer la red de universidades, públicas y privadas, que imparten cursos de Inteligencia y Seguridad Nacional a lo largo del país.
Más de 30 escuelas de educación superior, tales como la Universidad Estatal de California, la Universidad de Trinity de Washington D.C., Georgetown, la Clark en Atlanta, la Internacional de Florida, la de Washington, Bakersfield, Long Beach y Fullerton, entre otras, imparten carreras ligadas a la seguridad nacional, con cursos de recolección y análisis de información, contraterrorismo, contrainteligencia, análisis de riesgos y habilidades afines.
La oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI, por sus siglas en inglés) prevé aportar este año 10 millones de dólares a 10 universidades que logren ganar un concurso como centros de excelencia académica.
Uno de los objetivos es el de reclutar agentes con orígenes raciales y religiosos variados, de distintos tonos de piel y capaces de hablar fluidamente diversas lenguas. Esto para acabar con la tendencia a sólo incorporar espías anglosajones y proveer a las distintas agencias de inteligencia del gobierno de enfoques diferentes para enfrentar la guerra contra el terror.
Y es precisamente esta aplicación de técnicas antropológicas al trabajo de inteligencia nacional estadounidense, lo que lleva al segundo paso en las labores de “lavado de cara” de las agencias, que es una millonaria inversión en investigación científica y tecnológica.
El propósito es fusionar este año, en una sola entidad gubernamental, a la oficina tecnológica de la Agencia Nacional de Seguridad, el centro de innovación tecnológica de la CIA y al área tecnológica de la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial.
El nuevo organismo, con sede en la Universidad de Maryland, será conocido como el Proyecto de Investigaciones Avanzadas en Inteligencia (IARPA,por sus siglas en inglés) y se propone explorar áreas de conocimiento hasta ahora no aplicadas al trabajo de seguridad nacional, tales como física, psicología, nanotecnología, neurociencias, lingüística, antropología, biometría, flujos de trabajo, reconocimientos de patrones visuales, entre muchas otras disciplinas, que superen la etapa de exclusiva enseñanza de recolección de información -abierta o encubierta-, análisis de la misma y criptografía, propios de la escuela tradicional de espionaje, que data de los años de la Guerra Fría.
Los planes para este proyecto son ambiciosos y su presupuesto es secreto de Estado. Su directora, Lisa Porter, tiene toda la confianza del Director Nacional de Inteligencia (ODNI), Mike McConnell y ha referido que planean llegar “hasta los límites de la ciencia” con tal de hacer de su país uno más seguro.
Tan al límite piensan irse, que el encargado de ciencia y tecnología de la misma ODNI, Steve Nixon ha asegurado que sus investigaciones en nanotecnología y neurociencia, tendrán que ser revisadas a la luz de su viabilidad ética.
Así que impolutos, perfectos y sólidos no son los servicios estadounidenses de inteligencia. ¿O sí?

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