viernes, 5 de febrero de 2010

Cómo decidió el EPR dialogar

20-mayo-2008
La semana pasada platiqué con los ex guerrilleros del Procup, Felipe Canseco e Ítalo Díaz, para tratar de entender qué podría estar pasando por la cabeza de EPR cuando propuso la intermediación de civiles para encontrar a sus desaparecidos y me contaron la que hasta el momento me parece una de las versiones más ecuánimes del momento guerrillero actual y de cómo el EPR, con su iniciativa, rompió el cerco paramilitar y comunicacional que lo ha estado acotando por años. A ver cómo la ves.
Díaz y Canseco piensan que la acción del EPR correspondió a una valoración de tipo política al considerar que Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz están con vida.
Dicen que, para ellos, la sorpresiva decisión se precipitó después del correo electrónico anónimo difundido al medio día del 24 de abril pasado por alguna organización paramilitar o policiaca en el que además de amenazar por quinta vez a los hermanos Cerezo aludieron a que los desaparecidos estuvieran siendo torturados todavía.
“En lugar de responder a la provocación desesperándose o sacando la cabeza para ser detenidos, como suele ser la intención de esos anónimos sucios, el grupo armado difundió esa misma noche un comunicado con las bases de la mediación, lo que rompió el esquema paramilitar armado en su contra, ya que un día antes, el 23 de abril el EPR había emitido un comunicado digamos que ‘normal’ a 11 meses de la desaparición de sus compañeros”, menciona Canseco. “De seguro el gobierno federal no supo de momento cómo reaccionar”.
Para Canseco y Díaz, ya liberados, y hoy integrantes de la organización política y legal Izquierda Democrática Popular, el EPR veló sus armas muchos años, sin realizar acciones, de 1996 a 2007, y después de septiembre de ese año a la fecha, por encontrarse en una etapa de concentración de fuerzas, en vista de que su lucha revolucionaria es de largo plazo, pero que la desaparición de sus militantes fue una señal de agresión de parte del Estado que no estuvieron dispuestos a tolerar.
Decisión que no creen que haya sido fácil de tomar, al tener encima todo el peso de su historia revolucionaria que data ya de hace 44 años, pero que, se resuelva como se resuelva, ya logró reposicionar al grupo armado en el escenario político nacional como interlocutor válido, en los hechos.
“También vemos algo que antes no pasaba, que al EPR le preocupa el problema de la percepción y la imagen ante la sociedad, de no querer presentarse como un grupo intransigente a ultranza, lo que también podría estar detrás de esta estrategia de diálogo”.
Canseco y Díaz dicen que si la intermediación funciona, habría más posibilidades para la paz que para la violencia, pero que para llegar a eso hay que sortear todavía muchos obstáculos, lo que no los hace ser muy optimistas.
“Primero, el gobierno del presidente Felipe Calderón no tiene en su control a todos los grupos de poder que hay en el país”, lo que no le permite garantizar que fuerzas de ultraderecha, extrajudiciales, partidistas, estatales, municipales o paramilitares no sigan actuando por su cuenta, independientemente de lo que el gobierno pueda negociar con la guerrilla”.
Segundo, perciben muchos focos de inconformidad por todo el país, no orgánicamente relacionados, pero que juntos muestran un escenario ya muy encendido: Atenco, el movimiento de López Obrador, Sicartsa, los desaparecidos de Guerrero y Oaxaca, los asesinatos por motivos políticos en el campo, los precios de los alimentos, el movimiento social de la APPO, aun latente.
De cualquier forma consideran que la mejor solución a los problemas del país será siempre la vía pacífica y no la armada.
“Estamos en un momento muy delicado para el país, de encrucijada, un parteaguas del que podemos salir en varias direcciones. Podemos todos optar por la paz y el diálogo, o garantizarnos muchas décadas por delante con un conflicto armado, como sucede en Colombia”, caso con el que le ven muchas similitudes el proceso insurgente mexicano
Aun cuando consideran que no hay indicios de que los eperristas estén dispuestos a dejar las armas, piensan que, en teoría, de tener éxito la mediación para encontrar a los desaparecidos, bien se podrían sentar las bases para dialogar después otros aspectos de la situación económica y política del país.
Hasta aquí la charla con los miembros de IDP.

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