viernes, 5 de febrero de 2010

Guerrillas latinoamericanas, hoy

02-septiembre-2008
Pongamos las cosas en perspectiva: los movimientos armados no son una cosa del pasado, ni exclusivos de México. En la actualidad tenemos grupos aquí, pero también en Ecuador, Chile, Colombia y Perú; hay organizaciones latentes o embrionarias en todos los países del continente sin excepción. Son en su mayoría comunistas, pero no faltan anarquistas y maoístas. Son antineoliberales y antiimperialistas.
De momento no parecen tener la fuerza para derribar gobiernos, pero mantienen su discurso revolucionario. Difunden comunicados, realizan acciones marginales, publican órganos de ideología internos más o menos regulares. Internet les proporciona buen nivel de anonimato que en los 70 no podían tener. Véase la estupenda página del Centro de Documentación de los Movimientos Armados (cedema.org), que da cuenta de todos estos grupos.
La “guerra sucia” de los años 70 aplastó, trituró combatientes, pero no ahogó inconformidades. La ola democratizadora que acabó con dictaduras militares a lo largo y ancho del continente durante los 80 y 90 –apertura en buena parte conseguida como resultado de las luchas guerrilleras- nos llevó al neoliberalismo del que hoy la región necesita zafarse, y que no se ha logrado del todo pese al giro hacia la izquierda que ha asumido el voto en los países sudamericanos.
Los que creen que el cambio social es inevitablemente violento ahí están, no se han ido. La necia realidad latinoamericana los mantiene vivos.
En Colombia luchan las guerrillas más antiguas del continente, con cuatro décadas de edad: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Apenas el 2 de agosto de 2008, ¡el mes pasado!, el Ejército Revolucionario Guevarista (ERG) anunció su plan de desmovilización.
En Chile se registraron de menos dos atentados a instituciones bancarias en el mismo mes de agosto, reivindicados respectivamente por las Fuerzas Insurrecionales Internacionalistas Axel Osorio a la Calle y por el Frente Anarquista Revolucionario (FAR), ambos de obvio corte anarquista.
También en ese país perviven el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Generaron también en agosto comunicados, aunque no acciones revolucionarias, las Brigadas Liberación Popular (BLP) y la llamada Célula Insurreccional Ravachol.
Ecuador tiene sus grupos activos. El Partido Comunista del Ecuador-Sol Rojo (PCE-SR), los Grupos de Combatientes Populares (GCP) que publicaron la edición número 30 de su órgano de difusión llamado Dinamita. Están también los Comuneros de Liberación Nacional (C-LN), y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Ecuador (MIR).
En Perú el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) atraviesa por una crisis existencial que se refleja en comunicados de alta introspección política y en el área rural sigue realizando acciones, aunque poco espectaculares el Partido Comunista del Perú (PCP), residuo de lo que fuera Sendero Luminoso. Todos generaron cuando menos comunicados el mes pasado.
En México tenemos a nuestros 13 grupos más o menos reconocidos, con el EPR (con un núcleo dirigente muy antiguo), el ERPI, las FARP y Tendencia Democrática Revolucionaria (TDR) como los más visibles.
El Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) publicó el número 8 de la nueva época de su revista Venceremos. En Honduras sorpredió la aparición, también en agosto, del Frente de Acción Popular (FAP). En Panamá no dejó de manifestarse indignado por las ataques a las FARC colombianas el Movimiento de Liberación Nacional 29 de Noviembre (MLN-29) y en Venzuela el Frente Guerrillero Venceremos - Ejército Izquierdista del Pueblo (FGV-EIP) realizó un atentado contra la Nunciatura Apostólica.
Hay también otros en estado latente, no conocidos en público, a punto de pasar de ser organizaciones o movimientos sociales a grupos armados, lo que dependerá de que se den las condiciones subjetivas (pues las objetivas ya parecen estar dadas). Los grupos maoístas, por ejemplo, no reivindican acciones ni se manifiestan públicamente hasta que se consideran política y organizativamente maduros.
No es una oleada nueva de guerrillas. Muchas son residuos de las de hace 30 años, otras son de nuevo cuño, pero retomando una tradición de lucha latinoamericana. Algunas desaparecerán, otras serán reprimidas, se fusionarán, se escindirán, cambiarán de siglas o simplemente desaparecerán, dando paso, sin duda alguna, a nuevos grupos armados, pues las razones de fondo para evitar la tentación de la violencia social en el continente no ha sido conjurada.

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