12-enero-2010
“¿Usted es el que escribe de guerrilleros? Yo le voy a contar lo que andan haciendo ésos en Guerrero”. Así me dijo el agro empresario que se dice extorsionado por el ERPI y que teme por su vida.
En un encuentro marcado por la discresión y las medidas de seguridad, el personaje da su versión de los hechos y cuenta que en La Montaña guerrerense no hay ley, no hay autoridad, “ni siquiera eso que llaman Estado fallido, no hay nada. Estamos a expensas de delincuentes, narcotraficantes y guerrilleros que viven de sacarle dinero a uno”.
“No acaba uno de poner un negocio pequeño, una fabriquita, un torno, una granja, cuando ya le llegan que los narcos a pedirle cuotas por dejarlo trabajar a uno, o que los guerrilleros con un supuesto impuesto revolucionario. Así no se puede. Uno no es rico para irse a otro lado. Creen que por llamarnos empresarios todos somos Slim o explotamos al pueblo, cuando también andamos apenas sacando el día y sin mucho dinero en la bolsa. Lo peor es que no hay autoridad que haga nada".
Dice que él pagó al ERPI para que lo dejaran en paz, pero que las amenazas no paran. “Y el miedo; perder la tranquilidad es lo peor. Porque sabes que van en serio, que en el ejido de al lado ya mataron a fulano o a zutano. Y uno tiene familia”.
Reconoce no tener pruebas de que quienes lo extorsionan sean efectivamente guerrilleros, “dicen serlo. Pero todo mundo habla de eso, ahí todos se conocen y saben en qué anda metido cada uno. Hasta en la facha se les nota, en la calidad del “cuete” (arma). Muchos son familiares entre sí, los apellidos se repiten y confirman que unos andan, o con los narcos o con ‘los de armas’, no hay más”.
Refiere que narcos y guerrilleros no actúan juntos, pero que se respetan en silencio, como en un pacto de caballeros. Que llegan a pelearse cuando uno se mete con los intereses del otro. “Por ejemplo, el asesinato de este comandante Ramiro del ERPI, todo mundo sabe allá arriba que lo mataron los narcos porque se puso a cobrarle su ‘impuesto revolucionario’ a campesinos y mineros a los que los narcos ya los tenían en su lista. Y ellos no perdonan que uno se meta con el que ya es su ‘cliente”.
Dice que los del ERPI le cobran, además de a los medianos empresarios como él, a los productores en pequeño de mariguana por dejarlos plantar en las zonas altas. Ahí la planta todavía no es de los grandes cárteles, sino de productores independientes, “que hay muchos, que no sacan ni para comer con los cultivos tradicionales y se meten a sembrar adormidera que les da cuatro o cinco veces más. Es gente muy jodida y tiene qué buscarle. Y le venden su producto que a los de Sinaloa o a los de otros cárteles; según el que llegue primero, o el que los tenga apalabrados o amenazados”.
Para él, narcotraficantes, gavilleros, asalta caminos, secuestradores y guerrilleros son lo mismo, porque no dejan trabajar a la gente que quiere vivir en paz, y que han hecho de los caminos rurales de La Montaña un peligro. “Estamos desesperados, señor. No queremos que los maten, nomás que los metan al orden y dejen de fregarlo a uno. Y hablo de los dos: de narcos y guerrilleros”.
Piensa que los actuales “dizque revolucionarios” no son como Lucio Cabañas o Genaro Vázquez, “que estaban en las comunidades y se la rifaban contra el Ejército, y el pueblo los cuidaba. Ahora sólo piensan en el dinero, que para financiar su guerra al gobierno”.
Da cuenta de las leyendas que corren en las comunidades, desde que Lucio no ha muerto y sigue escondido en la sierra, hasta la supuesta existencia de un gigantesco arsenal de armas que han ido juntando los guerrilleros y que tienen escondido en alguna montaña, pero que es tan grande que los militares tiemblan nomás de pensar que un día lo vayan a usar en contra de ellos.
También dice haber oido que los guerrilleros que secuestran no son los de La Montaña, sino los de Costa Chica, “los de un TDR, que traen asoleados a abarroteros y ganaderos. Pero son un grupo chiquito”.
Termina la conversación. Ha expresado su punto. Se retira con sigilo. Lo reproduzco.
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