01-septiembre-2009
Ejecuciones que pretenden hacerse pasar como "limpias" de delincuentes.No les hagamos caso. Cada vez son más los grupos del crimen organizado que pretenden justificar sus acciones como un justiciero servcio social, para erradicar de delincuentes a la sociedad y hacerla más segura. Falso. Son en realidad viles y simples ejecuciones de bandas rivales. ¿Ejemplos? La Familia Michoacana, el Comando Ciudadano por Juárez y más recientemente un grupo de exterminio de “ratas” que ha aparecido en Sinaloa.
Copian formas de comunicación guerrillera, como el envío de comunicados a la prensa, amparan sus acciones en pasajes de la Biblia, o de plano actúan como lo que son, delincuentes, dejando mensajes junto a los cuerpos de sus víctimas.
De acuerdo con una nota publicada en EL UNIVERSALel sábado pasado, en lo que va del año se han localizado en puntos de Culiacán, Mazatlán y Navolato a 35 jóvenes asesinados, con mensajes donde los victimarios los acusan de ser delincuentes para justificar su muerte. Son textos cortos que dicen: “Por andar asaltando en la Costera, no se enreden ratas, faltan ocho”, “Por andar asaltando carros que no deben parar, asaltacaminos”, “Por rata de carros, casas habitación y comercios”.
Pareciera una limpia de raterillos llevada a cabo por un “escuadrón de la muerte”, pero la precisión de las acciones y el modus operandi de las mismas remite más a bandas rivales que están quitando del camino a otros grupos criminales.
Cabe recordar que a principios de año, tuvimos noticia de otro grupo similar, que el 14 de enero difundió un texto que decía, entre otras cosas: “ciudadanos cansados desde hace años del nivel de impunidad que existe en esta ciudad hemos fundado el Comando Ciudadano por Juárez, el cual intentará terminar en primera instancia, con los criminales que han provocado terror a los residentes de esta frontera (…) más vale la muerte de una mala persona, que ésta mala persona continué contaminando a nuestra región (…)”.
Asimismo, comentaban que este comando funcionaba con participaciones financieras de parte de los empresarios afectados y que su misión era terminar cada 24 horas con la vida de un criminal.
Paramilitarismo puro, en aras de legitimación social. Están en busca de arraigo, para ir siendo cada vez más aceptados como “normales” y hasta “necesarios” en la sociedad, toda vez que las autoridades están rebasadas y no pueden garantizar paz y seguridad a la ciudadanía. El juego es perverso, el anzuelo atractivo, pero no es sincero.
Antes, en noviembre de 2006, apareció en la prensa michoacana un desplegado firmado por una organizacioón que se hacía llamar La Familia Michoacana, que se decía integrada por trabajadores de Tierra Caliente “organizados por la necesidad de salir de la opresión, de la humillación a la que siempre fuimos sometidos por personas que siempre tuvieron todo el tiempo el poder, lo que les permitió realizar todo tipo de pillerías y atropellos en el estado (…)
“Misión: Erradicar del estado de Michoacán el secuestro, la extorsión directa y telefónica, asesinatos por paga, el secuestro exprés, robo de tráilers y automóviles, robos a casa-habitación por parte de gente como la mencionada que ha hecho del estado de Michoacán un lugar inseguro. Nuestra única razón es que amamos a nuestro estado y ya no estamos dispuestos a que la dignidad del pueblo sea atropellada (…)
“Objetivo: Seguir manteniendo los valores universales de las personas, a los cuales tienen pleno derecho. Al erradicar lo que nos hemos propuesto, aunque para esto, desgraciadamente se ha recurrido a estrategias muy fuertes por parte de nosotros, ya que de esta forma hemos visto que es la única manera de poner orden en el estado y no vamos a permitir que esto se salga de control de nuevo (…)”.
Una de las mayores y más sanguinarias organizaciones especializadas en tráfico de mariguana, cocaína, drogas sintéticas; que controla el puerto de Lázaro Cárdenas para importar efedrina; que secuestra y extorsiona; que se dedica a vender mercancía pirata; que suele decapitar a sus enemigos, pide la benevolencia del público ante acciones que pretenden, en el fondo, corregir un mal mayor.
Buscan, en realidad, limpiar la plaza de cárteles rivales. En una sociedad insegura, en la que ciertamente el Estado falla cotidianamente en su labor esencial de otorgar seguridad a sus ciudadanos, no es raro encontrar hartazgo social, impotencia ante los atropellos impunes de los criminales y tentaciones autoritarias para autodefenderse. Sin embargo, toda expresión justiciera no puede conducirse por la vía del paramilitarismo.
Aceptando sin conceder, como dicen los abogados, que ya existan escuadrones de la muerte entre nosotros, es un hecho que eso no erradica los problemas de criminalidad de fondo.
La justicia por propia mano, cumpliría con deseos de venganza de ciudadanos agraviados, al cumplir con la ley del Talión, de ojo por ojo y diente por diente, pero sin atacar las causas estructurales del fenómeno, como la oferta demanda de droga –que es multinacional-, la pobreza o el incremento del consumo.
Sin embargo, en el caso de Sinaloa, Michoacán y Ciuad Juárez los datos duros, los modos de operación y sus consecuencias nos hablan de grupos de delincuentes matando a sus competidores. Punto.
viernes, 5 de febrero de 2010
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