30-abril-2009
Sí. Estoy de acuerdo en seguir todas las recomendaciones preventivas, para evitar el contagio y propagación de un virus nuevo, mutante y apenas conocido, como el de la influenza porcina que afecta a México. No me quiero enfermar ni que los míos se vean afectados.
Entiendo que epidemias y pandemias no son algo nuevo en la historia de la humanidad, que suele estar siempre desprevenida para asumirlos. Lamento la muerte de los que no pudieron sortear la enfermedad, por desconocimiento del mal, o por un sistema de salud pública impreparado para contingencias.
No estoy de acuerdo, sin embargo, en el golpe de Estado mediático y social al que nos han llevado, donde sobran noticias pero falta información. Donde se mandan mensajes confusos de muertos reales, posibles y probables, que, en conjunto, representan el 0.0001% de la población nacional.
Se llenan los televisores de amarillismo médico y se complementan con paisajes semiapocalípticos de calles vacías, comercios cerrados y compras de pánico. Aderezado con un dejo de autoritarismo al dejar abierta la puerta de un Estado de excepción por razones sanitarias.
No minimizo la emergencia, pero a diario mueren más mexicanos por diarrea o enfermedades de la pobreza que de influenza porcina. Son muertes “normales”, para el sistema, que siempre se pretenden compensar con programas asistenciales. Para ellos no hay horario estelar en la tele, ni cadena nacional, no son noticia. Sus vómitos, sus heces y su miseria no atraen anunciantes.
Eso sí, cuando se enojan y estallan, se les condena. “Violentos”, “para qué las armas si hay instituciones democráticas a través de las cuales pueden canalizar sus inquietudes. Hasta pueden ser diputados por el PRD”.
En la lógica gubernamental esos estallidos sociales sí son un riesgo de seguridad nacional, pero los temas sanitarios, no. Agentes del Cisen están bien para vigilar políticos y opositores, no para perseguir narcos o anticipar epidemias, aun cuando una agenda de riesgos seria habría de incluirlos.
En la página 320 del libro “Seguridad Nacional Hoy”, de Ana María Salazar (Punto de Lectura 2008) se menciona el tema sanitario. Como si hubiera sido escrito ayer, dice: “Existe el peligro de que las nuevas enfermedades, a las que existe vulnerabiliad universal, causen estragos a nivel internacional , lo cual significa que los países ya no podrán manejar ciertos tipos de enfermedades como si fuera un asunto estrictamente nacional”.
Un párrafo después menciona como ejemplo claro de una concepción de seguridad nacional sanitaria la creación, en 2007, por Felipe Calderón, del Comité Nacional para la Seguridad en Salud y la Unidad de Inteligencia para Emergencias en Salud, con el fin de garantizar la seguridad sanitaria ante una posible pandemia de influenza aviar.
“El Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza estima que una pandemia de influenza en nuestro país podría atacar a 35% de la población y provocar 200 mil muertes en seis meses. En caso de presentarse esta pandemia, las acciones del gobierno estarían bajo la Coordinación del Comité Nacional para la Seguridad en Salud, en el que participan 14 dependencias federales…”.
Dos años después se demuestra que tanta parafernalia no se tomó en serio y no tuvo seguimiento. Una variante de la influenza aviar nos ataca y toma por sorpresa, sin herramientas institucionales para darle seguimiento, con un vocero como el secretario de Salud que no sabe explicar las cifras y datos, que decide cerrar escuelas sin que la SEP se entere, mientras que el gobierno del Distrito Federal, fuera de cualquier coordinación, cierra restaurantes y el secretario de Turismo federal no tiene idea del impacto del fenómeno ni estrategia alguna de contigencia para su sector.
No hubo respuesta institucional a un problema de seguridad nacional. Acaso lo que hay es buena voluntad para resolverlo, disposición para informar mucho y entregarle datos puntuales a la Organización Mundial de la Salud, pero no una ruta sólida trazada de antemano.
No se le pueder reprochar al gobierno que no anticipara la aparición exacta del virus y su nuevo ADN, pero sí que teniendo nociones de que algo así era altamente probable que sucediera, no estuviera en el agenda de riesgos a la seguridad nacional del gobierno. De entre todo el ruido mediático de los últimos días ¿has escuchado hablar de la “Unidad de Inteligencia para Emergencias en Salud”? Yo, no.
En suma, creo que falta dimensionar la amenza real de la epidemia para no generar caos, miedo y amarilismo informativo. Considero, asimismo, que se debe incluir en la agenda de riesgos de la seguridad nacional los problemas sanitarios, de salud e higiene de todos los mexicanos... de todos.
viernes, 5 de febrero de 2010
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