viernes, 5 de febrero de 2010

Espionaje total en México

13-enero-2009
La semana pasada acabé el libro The Shadow Factory, de James Bamford, en el que sin nada de ficción, revela las entrañas del proyecto de intercepción de datos más ambicioso de Estados Unidos.
Es operado por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), el órgano de escuchas e intercepción de comunicaciones más grande del planeta, que trata de anticipar ataques terroristas mediante el análisis de millones de llamadas telefónicas, correos electrónicos y tráfico de internet de ciudadanos de todo el mundo, sobre todo del mundo árabe, aun a costa de violar los derechos humanos y de privacidad de las personas. Ha sido cuestionado por su propio Congreso desde hace décadas, pero tolerado e impune por obra de los mandatarios estadounidenses, sobre todo por George W. Bush.
En 2008, la NSA acaba de comprar una supercomputadora Cray de 17.5 millones de dólares, capaz de procesar información que se mide en teraflops, esto es cientos de trillones de informaciones por segundo. En un año ya juntó información equivalente a 48 petabytes, que hacen algo así como 34 trillones de páginas de texto de reproducciones de conversaciones personales y correos de “potenciales terroristas”.
El libro plantea que este sistema de escuchas, aparte de ser ilegal, de violar los derechos humanos, de atentar copntra las reglas internacionales del más elemental decoro, ya es incapaz de procesar y analizar toda esa información para hacerla útil. No tienen gente que analice tal cantidad de bytes, por lo que se vuelve un cúmulo de datos, pero sin inteligencia.
Pone el caso del 11 de Septiembre de 2001, que les pasó por las narices y se cruzó con otro problema de la NSA, los celos de la CIA y del FBI, que no cooperan entre sí, lo que agrega un factor adicional de inutilidad a tan brutal cantidad de datos.
Y esto ¿qué tiene qué ver con México? En todo caso sería sólo bronca de los gringos y sus paranoias. Bueno, pues en la página 225, Bamford dice que la administración Bush presionó a varios países, entre ellos México, para que tuvieran su propio sistema de escuchas, que pudiera estar interconectado con el de Estados Unidos.
Dice que habiendo una larga tradición de intervenciones telefónicas de índole política en México, en 2006 firmó un acuerdo de bajo perfil de México, para transferir tecnología de escuchas telefónicas e Internet por 3 millones de dólares, de tal manera que se pudiera cubrir todo el espectro de llamadas telefónicas y comunicaciones cibernéticas del país.
Se reproduce un memorándum íntegro del gobierno americano a potenciales proveedores del servicio, en el que les especifica que sus sistemas de monitoreo deben ser compatibles con todos los protocolos de comunicación existentes (TDMA, GSM, CDMA, iDEN, AMPS, PCS, landline, FAX, Email, Chat, Internet, SMS y VoIP).
“La base de datos deberá hospedar un máximo de 8 millones de sesiones de comunicación y los centros de vigilancia deberán generar bancos de datos, y voz para análisis de comparación, así como la posibilidad de cruzar huellas de voz y tener la habilidad para relacionar círculos de personas, no sólo el personaje objetivo, sino ampliarlo con quien él tenga comunicación. El contratista deberá responsabilizarse de integrar el sistema de intercepción de llamadas por toda la República Mexicana”, dice el documento reproducido en el libro.
En el contexto del libro de Bamford, se supone que el interés último de Estados Unidos es de que terceros países, como Canadá, México o Inglaterra le ayuden a espiar a ciudadanos estadounidenses, lo que supuestamente la NSA no puede vigilar, pero sí un tercer país con el que se comparta información.
No se aclara si al final tal proyecto se llevó a cabo. Yo he preguntado en lugares claves de la inteligencia nacional y me dicen que no existe algo así, pero la duda ya quedó planteada y no debemos ser tan ingenuos como para creerles del todo.
Fue la época -qué casualidad- en el que el presidente Calderón propuso que ya no hubiera que pedirle a un juez una intervención telefónica, sino que los órganos policiales y de procuración de justicia pudieran hacerlo a discreción. Lo que fue echado para atrás… cuando menos legalmente.
¿México instaló el sistema descrito por Bamford?, ¿somos los ciudadanos mexicanos víctimas de espionaje indiscriminado?, ¿no es ésta un arma en contra de grupos sociales, opositores, periodistas, activistas y mexicanos en general?, ¿se está usando para hacerle el trabajo sucio a EU?, ¿se está persiguiendo guerrilleros con estos instrumentos?
¿Los mexicanos podemos hablar seguros por celular, mandar un correo electrónico y decir lo que pensamos en nuestras conversaciones privadas? Parece que no.
¿Quién puede aclarar esto?, ¿tú qué opinas?
PD: Por cierto ¿ya vieron la película Eagle Eye? Traducida al español como Control Total, protagonizada por Shia Labeouf y Michelle Monaghan. Este "churro" hollywoodense habla precisamente de una supercomputadora omnipotente, creada por el gobienro de EU para escuchar y analizar todas las comunicaciones del planeta y encontrar terroristas. La máquina se vuelve autónoma y planea un golpe de Estado que evita el muchacho guapo de la película. El proyecto Eagle Eye es parecido a lo que describe Bamford, pero sin la capacidad para analizar tanto dato, lo cual sigue siendo una ficción. Pero el caso es que esto se parece mucho a aquello. Nomás lo pongo como referencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario