domingo, 10 de mayo de 2015
Ven nexo guerrilla-crimen en Guerrero
lunes, 13 de abril de 2015
Falso que esté ligado a un grupo de guerrilleros: Felipe de la Cruz
- Que pertenece a un grupo guerrillero, Felipe de la Cruz lo niega; que el Cisen lo dice, lo entiende.
En entrevista con Ciro Gómez Leyva, en su espacio informativo en Radio Fórmula, el vocero de los padres de normalistas desaparecidos dijo que se puede investigar su origen y a su familia pues no tiene nada qué ver con la guerrilla.
“Es falso que esté ligado a un grupo guerrillero, ni siquiera me ha pasado por la mente”, aseguró el maestro, quien no obstante dijo que no le extraña que esa aseveración venga de una investigación del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) pues fue el Estado el que cometió el crimen contra los normalistas.
“Yo soy un maestro de primaria, trabajo en Acapulco, yo no quiero pensar en guerrilla ni nada de eso”, dijo.
“Fue el Estado el que cometió este crimen (de los 43 normalistas), por eso entendemos que hagan esas declaraciones. Pueden investigar a mi familia, mi origen, no hay nada que ver con esa situación”, sostuvo.
Sobre el plan de acción a seguir en el marco del caso Iguala, De la Cruz dijo que preparan para la octava jornada nacional, reunirse con varias organizaciones.
Señaló que tras culminar su plan de acción, al final se verá la agenda para ver que cuarteles podrán visitar.
Señaló que ya están acostumbrados a las declaraciones del titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Jesús Murillo Karam, sobre que los 43 normalistas fueron asesinados, pero a ellos les llega otra información.
“A nosotros nos llega mucha información anónima a la normal, por eso insistimos en que están vivos. Nos lleva a puntos la información, todo ha sido falso, no dejamos de lado ninguna información”, dijo.
De la Cruz anunció que e lunes marcharán convocando a toda la sociedad para levantar la voz en un solo momento, “porque no es privativo de Guerrero lo que está pasando”.
jueves, 2 de abril de 2015
Humillación al Ejército: Raymundo Riva Palacio (análisis)
16 enero 2015
El camino al Infierno está pavimentado de buenas intenciones. Pero
cuando las buenas intenciones, o traducido a términos políticos, las decisiones
pragmáticas para apagar el fuego prenden la mecha en un barril lleno de
pólvora, habrá que cuestionar la sensatez de tales intenciones supremas. Esta
es la línea argumentativa sobre la decisión del presidente Enrique Peña Nieto,
al permitir que los padres de los normalistas de Ayotzinapa, sus abogados, los
maestros, los movimientos sociales y guerrilleros, escoltados por las policías
comunitarias, entren a los cuarteles militares de Guerrero, Oaxaca y la ciudad
de México.
Arrastrado el gobierno por la crisis de la desaparición de los
normalistas, que lo metió en un remolino y volteó de cabeza, justifica sus
acciones como prudentes, pero que se traducen en concesiones a los grupos
radicales y humillación a las Fuerzas Armadas. El camino hacia el Infierno sí
está pavimentado de buenas intenciones, y para comprender lo que autorizó el
presidente, hay que ver que detrás de los padres de los normalistas, entrarán a
los cuarteles algunos de los grupos más radicales en el país, movimientos
armados y su frente de masas, narcoguerrillas y personajes con antecedentes
delincuenciales. Como botones de muestra:
*El abogado visible de los familiares de los normalistas es Vidulfo
Rosales, asesor jurídico del Centro de Derechos Humanos de la Montaña
Tlachinollan, que según documentos del gobierno federal, ha participado en
actos de organizaciones ligadas al Ejército Popular Revolucionario Insurgente
(ERPI). Atrás, discreto e inteligencia, se encuentra otro abogado, Manuel
Olivares, el principal asesor en Ayotzinapa, quien tiene un proceso abierto por
homicidio.
*La Coordinadora Estatal de Trabajadores del Estado de Guerrero (CETEG),
filial de la CNTE en Guerrero, dirigida por Ramos Reyes Guerrero, vinculado al
Ejército de Liberación Nacional (ELN), a la cual pertenecen los líderes
magisteriales Taurino Rojas, simpatizante del EPR, Minervino Morán, relacionado
al ERPI, y Florencio Andreu Castañeda, de Olinalá, de donde es Nestora Salgado,
una activista en la cárcel acusada de secuestro, y en donde se estaba gestando
hasta el momento de la detención de la estadounidense originaria de Guerrero,
un nuevo movimiento armado.
*El Movimiento Popular de Guerrero, el gran frente de masas guerrillero,
articula los vínculos a nivel nacional. Varios de sus miembros, como Ubaldo
Segura Pantoja, dirigente de la Unión Social Independiente de Pueblos
Indígenas, está vinculado al EPR, o Bertoldo Martínez Cruz, del Frente de
Organizaciones Democráticas de Guerrero, al ERPI, al igual que Eugenio Manuel y
Cuauhtémoc Ramírez, de la Organización de Pueblos Indígenas Me’pha. En el
movimiento están Eulalia González, de la Red Nacional de Ciudadanos y
Organizaciones por la Democracia, a la que se señala como parte del ELN, y José
Luis Arroyo Castro, del Consejo Cívico Comunitario “Lucio Cabañas Barrientos”,
identificado con Tendencia Democrática Revolucionaria.
*La Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, varios de cuyos
líderes, como Bruno Plácido, dirigente de la Unión de Pueblos y Organizaciones
del estado de Guerrero y su hermano Cirino, jefe de uno de los grupos de las
policías comunitarias, tienen procesos judiciales abiertos. La UPOEG opera en
territorios controlados por la banda criminal de Los Rojos, que fue el objetivo
declarado del grupo Guerreros Unidos, cuando atacó a los normalistas en Iguala.
Abrir los cuarteles a estos grupos es permitir que los enemigos del
Estado Mexicano –el EPR, la organización guerrillera que es paraguas de todos,
le tiene declarada la guerra-, entren por la puerta frontal a la casa de los
militares. Guardada toda proporción, es como si el presidente François Hollande
hubiera permitido que células extremistas hubieran entrado al Centro de
Operaciones del Ministerio del Interior mientras dirigió la persecución contra
los terroristas de París, o el presidente Barack Obama abriera la puerta a
talibanes en las bases militares en Afganistán. Esta es una idea tan
disparatada, que a nadie se le ocurriría en Francia o Estados Unidos siquiera
pensarla. En México no es un disparate sino una decisión presidencial.
Con esta medida, no sólo las Fuerzas Armadas son obligadas a
arrodillarse ante los grupos antisistémicos, sino que queda expuesta la
seguridad nacional de la nación. Abrir los cuarteles permitirá a los ojos
entrenados que entrarán con los padres de los normalistas, ver la disposición
de las instalaciones, el tipo de fortificación interna, los sistemas de
seguridad y el tamaño de las bases. En aquellos países donde sus ejércitos
tienen relación de cooperación e intercambio con el mexicano, tampoco deberán
estar tranquilos de lo que sucede. Lo más secreto que guardan los países son su
estructura militar. En México, se les autorizó un tour por las bases militares.
Aunque no hay muchas señales públicas de lo que esta decisión debe estar
causando entre los generales y los comandantes de tropa, es impensable que esta
decisión no esté generando mucha tensión y molestia en las filas castrenses.
Por mucho menos, en el pasado, los militares se han molestado. Las Fuerzas
Armadas mexicanas se caracterizan por su institucionalidad, pero los políticos
no pueden abusar. Un mal uso de ellas provocó la herida incurable de 1968, y
una rebelión sutil del secretario de la Defensa Clemente Vega ante el
presidente Vicente Fox, impidió otro desastre castrense en 2005. En el caso del
presidente Peña Nieto está peor: le pidió al Ejército que se callen la boca,
que abran sus cuarteles y que sirvan de anfitriones a sus enemigos. Peor,
imposible.
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Guerrero: empezó la insurrección: Raymundo Riva Palacio (análisis)
12 noviembre 2014
Guerrero despertó a movimientos armados; 11 comunicados en dos meses
21 octubre 2014
La actividad guerrillera a través de 11 comunicados entre el 30 de septiembre y el 17 de octubre pasados, revelan la articulación de los movimientos armados, dos de ellos enfrentados entre sí desde hace más de una década. Los comunicados han sido firmados por cuatro organizaciones clandestinas: el Ejército Popular Revolucionario (5); su escisión el Ejército Popular Revolucionario Insurgente (2); las Fuerzas Armadas Revolucionarias-Liberación del Pueblo (2), que nacieron junto con el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, el 2 de diciembre de 2012; y de la hasta hace unos días desconocida Milicias Populares ¡Basta ya! (2), que evocan el grito del subcomandante Marcos del EZLN.
Ningún acontecimiento había logrado la unificación guerrillera de demandas y lenguajes como el de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, en donde la responsabilidad principal ha sido transferida al gobierno federal. En su segundo comunicado del 17 de octubre, el ERPI asegura: “El Estado mexicano encabezado por Enrique Peña Nieto no es neutral sino parte activa en los homicidios y desapariciones de los estudiantes de Ayotzinapa, pues Peña es el jefe de todas las Fuerzas Armadas del Estado mexicano incluyendo por supuesto todas las policías municipales del país”.
Esto puede parecer únicamente discurso panfletario, pero en ese comunicado agrega: “Como ha quedado reconocido por el órgano máximo de inteligencia del Estado mexicano, o sea el Cisen, estaba al tanto desde hacía mucho tiempo de las actividades del cártel a su servicio en el norte del estado de Guerrero y el estado de Morelos, y desde luego contaba con información de los nexos del presidente municipal de Iguala junto a una larga lista de funcionarios del gobierno municipal y los autores directos de los crímenes de la noche del 26 de septiembre, quienes fueron policías municipales y, a la vez sicarios”. La guerrilla se refiere al informe del Cisen publicado por El Universal el 7 de octubre, donde vincula al exalcalde de Iguala con el narcotráfico.
El alegato es sólido al señalar que el gobierno federal es responsable porque conociendo con detalle lo que sucedía en Guerrero, hizo caso omiso. “El ejército federal que estaba en su cuartel a menos de 500 metros del lugar permitió a los policías cometer los asesinatos y las desapariciones, y al igual que la Policía Ministerial y la Policía del Estado desocupó las calles de Iguala para dejar las manos libres a los criminales para que pudieran desaparecer a los estudiantes y dejar que hubiera otra agresión horas después; después le permitió huir a José Luis Abarca y a sus secuaces dándoles tiempo suficiente en complicidad con la corriente Nueva Izquierda del PRD”, afirmó el ERPI. Una vez más, la verosimilitud: en la vecindad donde sucedieron los hechos, está el cuartel del 27º Batallón de Infantería.
En su segundo comunicado firmado 12 de octubre, el EPR cuestionó que el asesinato y desaparición de normalistas en Iguala fuera una acción del crimen organizado. “De ninguna manera puede ser obra del mítico ‘crimen organizado’, ni mucho menos es un simple ‘incidente’, se trata de una masacre, de un crimen de Estado, de un crimen de lesa humanidad perpetrado dolosamente por los cuerpos policiacos, militares y paramilitares como parte de la política de terrorismo de Estado que se aplica de manera sistemática en México”, aseguró.
Para las guerrillas, los cárteles y los narcoparamilitares son parte del Estado y utilizan la guerra sucia en coordinación con las fuerzas militares para aterrorizar al pueblo organizado y a la población en general. A lo que se refieren es a la contradicción del gobierno de Peña Nieto cuando otorgó protección institucional a los grupos de autodefensa civil, aún con información que algunos de sus integrantes pertenecían a cárteles de la droga. De hecho, aún lo siguen haciendo en Michoacán.
La desaparición de los normalistas de Ayotzinapa aceleró las contradicciones que viene arrastrando el gobierno federal desde el inicio de la administración, cuando a través del discurso se quiso construir la imagen que la seguridad había mejorado en el país, y lo enfocó en las reformas económicas. El frágil andamiaje político construido artificialmente sobre la hoguera de la violencia nacional, se colapsó en Guerrero y le regaló la causa que durante tanto tiempo buscaron los movimientos armados en México, que a decir de sus comunicados, encuentran en este otoño las condiciones propicias para la insurrección. En el gobierno no lo ven así. Sorpresas, suponemos, nos esperan.