martes, 9 de marzo de 2010

EPR y Eduardo García Valseca (2)

En seguimiento al blog de ayer debo decir que los guerrilleros secuestran. Lo hizo Lucio Cabañas, tambien la Liga 23 de Septiembre. El Procup-PDPR se forró plagiando a Alferdo Harp Helú y a Ángel Lozada en los 80. El EPR reconoce haber echado mano de esa táctica hasta el año 2000, en que, aseguran, decidieron ya no usarla.
TDR ha afirmado que lo hace al considerarlo una recuperación de dinero obtenido ilícitamente por los empresarios. ERPI es acusado de secuestrador en Guerrero, pero tampoco ha habido pruebas ni reivindicaciones que lo constaten.

Luego entonces, ¿podemos estar seguros de que EPR no plagió a García Valseca? No, claro que no. Siempre cabe la posibilidad de que en público nieguen una práctica privada que les genere dividendos y que no les acarree mala imagen social.

¿Fue el modus operandi de lo que pasó en San Miguel de Allende el 13 de junio de 2007 consistente con un secuestro político? No lo parece. Cuando menos no por los eperristas; no sabemos si otra guerrilla pudo haber actuado. Esto fue lo que comenté al equipo de la NBC.

La explicación del martillo en el asiento trasero del Jeep parece insuficiente como una señal de plagio guerrillero. Los secuestradores nunca se identificaron con la familia como tales. Contra lo que habían hecho en anteriores situaciones (Harp,Lozada) ahora balearon a la víctima a manera de represalia, lo cual sería más compatible con la delincuencia común. No difundieron un comunicado vanagloriándose de la retención, dirían ellos, de uno de sus enemigos de clase. Hay que recordar también que en esta lógica revolucionaria todo acto, así sea de financiamiento, siempre pretende ser profundamente político.

Los agentes de la AFI, dependiente de la Secretaría de Seguridad Pública federal siempre han argumentado con mucha seguridad que en este caso, como en el de Paola Gallo, fue el EPR o una de sus células las que actuaron. Se reservan los detalles, dicen, por razones de seguridad nacional.

¿Qué hay de especial en el tema García Valseca que hace tan herméticos a los cuerpos de orden público a difundir detalles del episodio?, ¿por qué callar? De acuerdo con Jayne Rager, esposa de la víctima, ni siquiera a la familia se le ha permitido ver el expediente del caso.

En una lógica de defensa del Estado y las instituciones, la contrapropaganda también juega un papel importante. ¿Por qué no desmentir con hechos y pruebas que el EPR sigue secuestrando, pese a que ellos lo nieguen?

¿O es que no fue el EPR ni guerrilla alguna? Si, por el contrario, fue una banda de criminales del orden común, ¿por qué no decirlo, como ha sucedido en otros casos? “Fue la banda del Rojo, del Azul o del Verde…”

El silencio extraña. La opacidad mete dudas. ¿O es que hay algo más? ¿Acaso se protege a alguien?, ¿policías o soldados, por ejemplo? Mientras no se aclaren los detalles ni se exhiban las pruebas, toda especulación sigue abierta.

Ahora bien, ¿qué buscan Jayne y Eduardo? Él está libre y, hasta donde sabemos, sano. En México ya se le dio carpetazo a su asunto. ¿Para qué moverle entonces? ¿Para qué tanta publicidad en medios tan influyentes de Estados Unidos?

Ellos dicen que para revelar la veradera situación de inseguridad que se vive en el país, dar a conocer su testimonio y ayudar a que de esta manera mejoren las cosas y nadie vuelva a vivir el infierno de un ser querido secuestrado.

Y sí, las cosas están mal. Las familias Martí, Vargas Escalera, Miranda de Wallace, Morera, son apenas la punta del iceberg de una tragedia nacional, prohijada por la impunidad con que actúan las bandas de secuestradores, gracias a sus nexos con autoridades y policías corruptas.

Aun así, el timing de la exposición mediática de los Valseca parece reforzar más la imagen en el exterior de que México es ya un Estado fallido y que, por lo mismo, es urgente que alguien venga a poner orden a este caos: quizá los estadounidenses, por ejemplo, con acciones mucho más enérgicas que la iniciativa Mérida, acaso con agentes actuando en territorio nacional.

Insisto, esto no lo dicen los Valseca, sino que se desprende del editorial implícito de la NBC del viernes pasado. Habrá qué seguir de cerca la evolución de este caso y ver si de estas entrevistas sale algo productivo para México.

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