Ya salimos del apuro y no tenemos por qué quebrarnos más la cabeza. El obispo de la Diócesis de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva, concluye e ilustra que “más que al narcotráfico, el país enfrenta a guerrillas disfrazadas de narco, de lo cual ya se había alertado y nadie hizo caso. Ya tenemos al lobo encima y es bravo”.
Y abundó: “Evidentemente con la ayuda del Ejército y la Marina se van a hacer muchísimas cosas… pero debemos poner más énfasis, y esa es la labor del Presidente, en los grupos guerrilleros que están descuidados, pero primero hay que admitir que existen.
“Ya se había alertado al gobierno de la presencia de la guerrilla, que cada vez se estaban armando más, que había una incursión muy grande de armas en el país… pero que todo se quedó en eso y nadie hizo caso porque creyeron que no tenía sentido”.
O sea que los 28 mil muertos que reporta el Cisen que van en esta lucha en el sexenio son causados por EPR, TDR, ERPI, las Milicias Flores Magón, las FARP, el Comando Jaramillista, etcétera, quienes tendrían más fuerza, capacidad de fuego y poder territorial que los Zetas, o que los cárteles del Golfo y Pacífico, o que La Familia.
Tal conclusión suena simplista y no concuerda con lo que afirman en su media lengua de filtraciones y rumores los órganos de inteligencia federal. Tampoco guarda relación directa con el accionar de los grupos. No he escuchado a ningún un detenido de los Zetas afirmar que su lucha es política y para derrocar al régimen.
Tampoco se percibe que los comunicados de EPR, por ejemplo, reivindiquen el trasiego de drogas como actividad revolucionaria. Lo más que han hecho en tal sentido es respaldar a las FARC de Colombia, que sí viven de eso.
Si Onésimo sabe algo, sería bueno que lo compartiera con los órganos de inteligencia federales, no con la prensa.
Si sólo está hablando de oidas, animado más por una fobia personal en contra los guerrilleros, pues tendría que aclarar que es una impresión suya.
Los curas rurales, los de la sierra, los que andan deveras en las comunidades saben muchas cosas de lo que se mueve por ahí; de las inquietudes e inconformidades de la gente; y también saben quién es quién en cada lugar. ¿Será de ahí de dónde sale la información del prelado?
Muy probablemente no. Su círculo de amigos es más de poderosos y potentados. Tiene más afinidad con el dinero, el PRI y el PAN, que con las comunidades de base.
Aun así, se agradece la declaración, pues es sintomática de lo que piensa una parte de esa élite a la que Onésimo pertenece.
Más del caso Diego
De entre tanta pirotecnia de declaraciones; en medio de una cruce de filtraciones sobre el origen de los secuestradores de Diego Fernández de Cevallos, surgió esta semana una voz mesurada y prudente, la de Jorge Lofredo, quien no se atreve a descartar a ningún grupo armado como perpetrador del caso, pero tampoco a acusar a priori a ninguno y da sus razones.
Recomiendo su lectura en esta liga.
miércoles, 4 de agosto de 2010
viernes, 30 de julio de 2010
“Ya que entren los gringos…”
El ascenso de los índices criminales derivados de la lucha contra el narcotráfico y la percepción de que el gobierno federal la está perdiendo ha provocado que algunas voces sean partidarias de soluciones radicales, sobre todo en ciudades como Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Monterrey, Culiacán o Tijuana. Implantar “toques de queda” o permitir la presencia armada de policías estadounidenses son algunas de estas propuestas desesperadas.
Cada vez es más común escuchar frases como: “tiene qué venir alguien a poner orden”; “a ellos (a los gringos) sí les tienen miedo los narcos”; “si nuestros policías y militares son corruptos, tenemos que traer a quienes no lo son”; “mano dura, con la DEA y la Guardia Civil patrullando las calles y verás cómo se endereza la situación de un día para otro”.
Incluso voces académicas, como la de Rubén Aguilar y Jorge Castañeda, acuden al argumento de que la cooperación México-Estados Unidos debe contemplar operaciones conjuntas, excepcionales, en situaciones y circunstancias determinadas, dentro de territorio nacional.
Todo eso suena, en efecto, contundente y radical, pero pudiera ser sólo una ilusión. Me explico.
Además de las consideraciones simbólicas, políticas y de soberanía que supone que una policía foránea venga a hacer el trabajo que los mexicanos no hemos podido hacer, y que metería mucho ruido en el debate nacional, están también consideraciones más pragmáticas. Entre ellas, el análisis de si en realidad los “marines” estadounidenses son tan poderosos en capacidad de fuego y estrategia como presumen, y si son tan incorruptibles como aparecen en las películas de Hollywood.
Hay que partir de una evidencia: el fracaso de las policías y agencias antinarcóticos de toda la Unión Americana, que no han sido capaces de abatir los niveles de consumo de estupefacientes, el cual crece exponencialmente y estimula este enorme mercado de adictos que es el origen del circuito económico de la droga.
Tampoco han sido muy efectivos para detener el paso de drogas a su territorio. Le echan la culpa a los aduaneros mexicanos corruptos, pero la frontera siempre tiene dos revisiones: la mexicana y la americana. Podría entenderse que fallara una. ¿Y la otra? ¿Nunca se da cuenta de las toneladas de estupefacientes que pasan por sus narices?
Más todavía, al pasar la frontera la droga se pierde y fluye sin obstáculos por todo ese enorme territorio.
A la inversa. Las armas que entran ilegal y masivamente a México tampoco las ven del lado americano. Nunca. No se sabe de decomisos espectaculares. Eso sí, los corruptos somos nada más los mexicanos.
Recomiendo revisar las serie de reportajes publicados por el diario El Universal, entre los días 19 y 23 de octubre pasado, en el que se documentó la corrupción, negligencia e ineficacia de las autoridades de fronterizas de Estados Unidos.
Sobre el otro punto: la imbatibilidad del Ejército americano frente a criminales, terroristas y guerrilleros, la necia realidad demuestra que la enorme capacidad de fuego no es garantía de éxito. Afganistán, Irak y la enorme cantidad de soldados norteamericanos muertos en combate demuestran que la supremacía tecnológica no basta para superar enemigos en condiciones de combate irregular.
Los cárteles mexicanos tienen armas ultra poderosas (provistas por mercenarios de Estados Unidos), que los hacen un enemigo al que no se puede subestimar a priori.
Las soluciones de fondo siguen estando, entonces, por la vía del trabajo de inteligencia y por el saneamiento interno de nuestra fuerzas de seguridad. También reconocer que el problema es global, pues forma parte de una lógica de mercado (demanda-oferta) que hay que desmantelar en muchos países al mismo tiempo.
Ya no se puede pensar que sólo el uso de la fuerza acabará con el problema. Que los GI Joe vengan a Juárez o a Nuevo Laredo a matar narcos no solucionará el problema.
Cada vez es más común escuchar frases como: “tiene qué venir alguien a poner orden”; “a ellos (a los gringos) sí les tienen miedo los narcos”; “si nuestros policías y militares son corruptos, tenemos que traer a quienes no lo son”; “mano dura, con la DEA y la Guardia Civil patrullando las calles y verás cómo se endereza la situación de un día para otro”.
Incluso voces académicas, como la de Rubén Aguilar y Jorge Castañeda, acuden al argumento de que la cooperación México-Estados Unidos debe contemplar operaciones conjuntas, excepcionales, en situaciones y circunstancias determinadas, dentro de territorio nacional.
Todo eso suena, en efecto, contundente y radical, pero pudiera ser sólo una ilusión. Me explico.
Además de las consideraciones simbólicas, políticas y de soberanía que supone que una policía foránea venga a hacer el trabajo que los mexicanos no hemos podido hacer, y que metería mucho ruido en el debate nacional, están también consideraciones más pragmáticas. Entre ellas, el análisis de si en realidad los “marines” estadounidenses son tan poderosos en capacidad de fuego y estrategia como presumen, y si son tan incorruptibles como aparecen en las películas de Hollywood.
Hay que partir de una evidencia: el fracaso de las policías y agencias antinarcóticos de toda la Unión Americana, que no han sido capaces de abatir los niveles de consumo de estupefacientes, el cual crece exponencialmente y estimula este enorme mercado de adictos que es el origen del circuito económico de la droga.
Tampoco han sido muy efectivos para detener el paso de drogas a su territorio. Le echan la culpa a los aduaneros mexicanos corruptos, pero la frontera siempre tiene dos revisiones: la mexicana y la americana. Podría entenderse que fallara una. ¿Y la otra? ¿Nunca se da cuenta de las toneladas de estupefacientes que pasan por sus narices?
Más todavía, al pasar la frontera la droga se pierde y fluye sin obstáculos por todo ese enorme territorio.
A la inversa. Las armas que entran ilegal y masivamente a México tampoco las ven del lado americano. Nunca. No se sabe de decomisos espectaculares. Eso sí, los corruptos somos nada más los mexicanos.
Recomiendo revisar las serie de reportajes publicados por el diario El Universal, entre los días 19 y 23 de octubre pasado, en el que se documentó la corrupción, negligencia e ineficacia de las autoridades de fronterizas de Estados Unidos.
Sobre el otro punto: la imbatibilidad del Ejército americano frente a criminales, terroristas y guerrilleros, la necia realidad demuestra que la enorme capacidad de fuego no es garantía de éxito. Afganistán, Irak y la enorme cantidad de soldados norteamericanos muertos en combate demuestran que la supremacía tecnológica no basta para superar enemigos en condiciones de combate irregular.
Los cárteles mexicanos tienen armas ultra poderosas (provistas por mercenarios de Estados Unidos), que los hacen un enemigo al que no se puede subestimar a priori.
Las soluciones de fondo siguen estando, entonces, por la vía del trabajo de inteligencia y por el saneamiento interno de nuestra fuerzas de seguridad. También reconocer que el problema es global, pues forma parte de una lógica de mercado (demanda-oferta) que hay que desmantelar en muchos países al mismo tiempo.
Ya no se puede pensar que sólo el uso de la fuerza acabará con el problema. Que los GI Joe vengan a Juárez o a Nuevo Laredo a matar narcos no solucionará el problema.
martes, 27 de julio de 2010
Niegan que Alejandro Constantino haya secuestrado a Diego
México, Distrito Federal; a 27 de julio de 2010.
El día de ayer se publicaron en el periódico “El Universal”, en la columna del periodista José Cárdenas, los diversos rumores que sobre el posible secuestro del ex senador Diego Fernández de Ceballos circulan en los pasillos de la Secretaría de Gobernación. El día de hoy en el periódico La Jornada, el periodista Alfredo Méndez retoma una de las varias versiones o hipótesis que se filtran de la Procuraduría General de la República.
Una vez que en una de dichas hipótesis se menciona que podría ser un grupo guerrillero mexicano el autor del aparente secuestro del licenciado Fernández de Ceballos y además se menciona que mi hermano Constantino Alejandro es miembro de una organización insurgente, considero necesario hacer los siguientes comentarios:
1. Nuevamente desmiento las diversas versiones que pretenden en algunas ocasiones que mi hermano Constantino Alejandro es el “Jefe militar del Ejército Popular Revolucionario” y en otras dicen que es “el Comandante José Arturo de la Tendencia Democrática Revolucionaria”, versiones absurdas y falsas. Mi hermano fue un participante del movimiento democrático universitario en la ciudad de Oaxaca en los años 1976-77 y a raíz de su participación en una organización democrática en la cual luchamos por una universidad crítica, científica, democrática y popular, fue víctima de una agresión por grupos porriles vinculados al PRI y recibió un disparo en el pecho que le lesionó el corazón y un pulmón, sufrió dos paros cardiorrespiratorios cuando era trasladado en una ambulancia del Instituto Mexicano del Seguro Social a un hospital de dicha institución y las secuelas físicas de dicho percance le harían imposible hacer realidad las hipótesis policiacas.
2. En virtud de que en el año 2006, las corporaciones de seguridad del Estado mexicano después de propalar versiones en relación a los posibles e hipotéticos autores de las acciones de hostigamiento político-militar del EPR contra los ductos de PEMEX, detuvieron sin orden alguna al compañero expreso político Hermenegildo Torres Cruz, considero prudente y necesario manifestar que sería condenable que se repitan dichos palos de ciego en contra de compañeros militantes que realizamos nuestra actividad profesional y política en forma democrática, pacífica, pública y dentro de los marcos constitucionales.
3. A raíz de la mención de mi hermano Constantino Alejandro en el contexto ya mencionado, nuevamente aclaro que soy licenciado en derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, asesoro comunidades indígenas y ejidos en los estados de Oaxaca e Hidalgo, además de víctimas de pederastia y sectores vulnerables de la ciudadanía y milito, al lado de los expresos políticos David Cabañas Barrientos, Hermenegildo Torres Cruz, Italo Ricardo Díaz Díaz, Pablo Torres Hernández, Bonifacio Ramírez Carmona, Rey Venegas Castro y Rubén Díaz Díaz en la Organización Política Izquierda Democrática Popular.
4. Independientemente del rumor que propalan los organismos de seguridad del Estado mexicano, considero oportuno mencionar que indudablemente en nuestro país existen organizaciones insurgentes político-militares y miles de ciudadanos que militan en ellas se han considerado obligados a engrosar sus filas en virtud de las condiciones de represión que prevalecen en México y la falta de apertura para la actividad política pacífica y dentro de los marcos constitucionales. Ante ello considero necesario reiterar el llamado que hemos hecho en la Organización Política Izquierda Democrática Popular, de que es necesario que tomemos conciencia del México profundo y bronco que ronronea más allá de los titulares de los medios masivos de comunicación y nos decidamos por fin a tomar con seriedad ese tema y a construir una patria donde ningún mexicano se sienta obligado a empuñar un arma para conseguir una demanda legítima.
A T E N T A M E N T E
Lic. Felipe Edgardo Canseco Ruiz
El día de ayer se publicaron en el periódico “El Universal”, en la columna del periodista José Cárdenas, los diversos rumores que sobre el posible secuestro del ex senador Diego Fernández de Ceballos circulan en los pasillos de la Secretaría de Gobernación. El día de hoy en el periódico La Jornada, el periodista Alfredo Méndez retoma una de las varias versiones o hipótesis que se filtran de la Procuraduría General de la República.
Una vez que en una de dichas hipótesis se menciona que podría ser un grupo guerrillero mexicano el autor del aparente secuestro del licenciado Fernández de Ceballos y además se menciona que mi hermano Constantino Alejandro es miembro de una organización insurgente, considero necesario hacer los siguientes comentarios:
1. Nuevamente desmiento las diversas versiones que pretenden en algunas ocasiones que mi hermano Constantino Alejandro es el “Jefe militar del Ejército Popular Revolucionario” y en otras dicen que es “el Comandante José Arturo de la Tendencia Democrática Revolucionaria”, versiones absurdas y falsas. Mi hermano fue un participante del movimiento democrático universitario en la ciudad de Oaxaca en los años 1976-77 y a raíz de su participación en una organización democrática en la cual luchamos por una universidad crítica, científica, democrática y popular, fue víctima de una agresión por grupos porriles vinculados al PRI y recibió un disparo en el pecho que le lesionó el corazón y un pulmón, sufrió dos paros cardiorrespiratorios cuando era trasladado en una ambulancia del Instituto Mexicano del Seguro Social a un hospital de dicha institución y las secuelas físicas de dicho percance le harían imposible hacer realidad las hipótesis policiacas.
2. En virtud de que en el año 2006, las corporaciones de seguridad del Estado mexicano después de propalar versiones en relación a los posibles e hipotéticos autores de las acciones de hostigamiento político-militar del EPR contra los ductos de PEMEX, detuvieron sin orden alguna al compañero expreso político Hermenegildo Torres Cruz, considero prudente y necesario manifestar que sería condenable que se repitan dichos palos de ciego en contra de compañeros militantes que realizamos nuestra actividad profesional y política en forma democrática, pacífica, pública y dentro de los marcos constitucionales.
3. A raíz de la mención de mi hermano Constantino Alejandro en el contexto ya mencionado, nuevamente aclaro que soy licenciado en derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, asesoro comunidades indígenas y ejidos en los estados de Oaxaca e Hidalgo, además de víctimas de pederastia y sectores vulnerables de la ciudadanía y milito, al lado de los expresos políticos David Cabañas Barrientos, Hermenegildo Torres Cruz, Italo Ricardo Díaz Díaz, Pablo Torres Hernández, Bonifacio Ramírez Carmona, Rey Venegas Castro y Rubén Díaz Díaz en la Organización Política Izquierda Democrática Popular.
4. Independientemente del rumor que propalan los organismos de seguridad del Estado mexicano, considero oportuno mencionar que indudablemente en nuestro país existen organizaciones insurgentes político-militares y miles de ciudadanos que militan en ellas se han considerado obligados a engrosar sus filas en virtud de las condiciones de represión que prevalecen en México y la falta de apertura para la actividad política pacífica y dentro de los marcos constitucionales. Ante ello considero necesario reiterar el llamado que hemos hecho en la Organización Política Izquierda Democrática Popular, de que es necesario que tomemos conciencia del México profundo y bronco que ronronea más allá de los titulares de los medios masivos de comunicación y nos decidamos por fin a tomar con seriedad ese tema y a construir una patria donde ningún mexicano se sienta obligado a empuñar un arma para conseguir una demanda legítima.
A T E N T A M E N T E
Lic. Felipe Edgardo Canseco Ruiz
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