lunes, 24 de mayo de 2010

Las Brigadas Populares Revolucionarias del Sur y Copala

25 mayo 2010

Ayer emitieron el segundo comunicado de su existencia las Brigadas Populares Revolucionarias del Sur (BPRS), en el contexto de la rabiosa actitud de los paramilitares de San Juan Copala, aglutinadas en torno a a UBISORT y a la supuestamente izquierdista MULT, que el 27 de abril pasado atacaron una caravana humanitaria, con saldo de dos defensores de derechos humanos muertos, y el asesinato, el pasado jueves, del líder triqui Alejandro Timoteo y su esposa.

De las BPRS poco se sabe. Emitieron un primer comunicado en 2007, ubicaron su razón de ser en el conflicto social oaxaqueño y la represión desatada desde 2006 en la región Loxichá, por el entonces gobernador Diódoro Carrasco, quien encarceló a los hombres del pueblo, sospechosos todos de pertenecer al EPR, que por esos días hizo su aparición pública y una oleada de acciones de propaganda y defensa armada que nunca ha repetido en su historia.

No se le conocen acciones armadas ni ha reivindicado acción alguna (expropiación, secuestro, etcétera); cuando menos en público.

En la comunicación de ayer señalan que “(…) Para nuestros hermanos indígenas está claro, la violencia sufrida en San Juan Cópala, es la continuación de la Guerra de Baja Intensidad iniciada con Diodoro Carrasco, creador de los grupos paramilitares que hoy asolan y masacran impunemente a quien se opone a sus intereses, generando con ello desgracia, división, desconfianza y el enfrentamiento entre las comunidades indígenas”.

Va detallando acciones represivas del personajey demandas interpuestas contra él, como la de Juan Sosa Maldonado, ex preso político acusado de pertenecer al EPR, quien demandó desempolvar la averiguación previa PGR/FEMOSPP/045/2002 por delitos de lesa humanidad, interpuesta ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, en contra del ex gobernador Diódoro Carrasco Altamirano y el ex presidente Ernesto Zedillo.

De criticar a Carrasco se sigue con Gabino Cué, actual candidato a la gubernatura del estado por la coalición Unidos por la Paz y el Progreso, integrada por el PAN, PRD, PT y Convergencia. Lo acusan de ser miembro e la aristocracia oaxaqueña, hijo de un tesorero estatal del PRI y de estar involucrado en serios casos de corrupción.

Finaliza la comunicación expresando su solidaridad con las familias de San Juan Copala y sumándose la exigencia del EPR de que aprezcan con vida sus desaparecidos desde hace tres años.

Del comunicado llaman la atención varias cosas:

Primero, su actitud opuesta a la de las FARP, que este mes emitieron un comunicado en sentido contrario, apoyando en todo a Gabino Cué.

Segundo, apelan a los hechos de Copala, pero no profundizan en ellos. Todo el cuerpo del texto es contra Diódoro Carrasco, enemigo declarado de los Loxichá. Ni una mención al asesinato de Alejandro Timoteo, por ejemplo, que está fresco en la memoria por su brutalidad y cercanía en tiempo. Personalizan su repudio y dejan de lado el contexto estatal y nacional, lo que le da a su texto un carácter más electorero que revolucionario.

Tercero, no mencionan jamás a Ulises Ruiz, ni lo responsabilizan de lo que está pasando en Oaxaca. Para ellos hay una línea directa de culpabilidad entre Diódoro y la situación actual.
Cuatro, emiten un comunicado enojados, pero sólo expresan su solidaridad con las familias y con el EPR. No amenazan, no teorizan.

Históricamente suele haber una relación entre pobreza y represión, que suele dar como resultado grupos guerrilleros. Lucio Cabañas en 1967 o el EPR en 1996, al año de la matanza de Aguas Blancas, Guerrero. Ambos son ejemplos en los que se cumplió la ecuación: pobreza+represión=guerrilla.

Copala está siendo muy golpeado por los paramilitares y la indignación local es directamente proporcional a los hechos de sangre con la que los paras están marcando su territorio.

En ese contexto, el comunicado de las BPRS parece quedarse corto al aislar a los enemigos reales de Copala y asignar culpas sólo al diodorismo, que no dudamos sea todavía un factor de poder real en aquella región oaxaqueña, pero que ciertamente no es el único.

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