Un día y otro también se sueltan rumores sobre el mal estado de salud del ex Presidente de México, Luis Echeverría , quien es acusado de crímenes de lesa humanidad por la matanza del 2 de octubre de 1968, la represión del Jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971, y más de 600 desapariciones políticas y ejecuciones extrajudiciales cometidas durante los años de la llamada “guerra sucia” contra las guerrillas.
Echeverría ya ha enfrentado juicio, ya ha sido arraigado, y también extrañamente liberado, aun cuando las causas siguen abiertas.
El Comité del 68, integrado por víctimas de dicha represión no quitan el dedo en el renglón para que se llegue a fondo en el caso y se haga justicia, sinimportar la edad del ex mandatario ni su supuesto mal estado de salud.
De hecho, hay cinco puntos que el Comité del 68, dirigido entre otros por Raúl Álvarez garín y por Félix Hernández Gamundi, plantean como urgentes para que dichos episodios de sangre de la historia reciente de México no queden impunes. Dicen:
1.- La única base para fundamentar los mencionados rumores (sobre la salud de Echeverría) es la edad avanzada del personaje. Sin embargo, evidencias públicas como el libro de entrevistas que le hizo el periodista Rogelio Cárdenas Estandía, muestra que en todo momento ha estado en condiciones de salud suficientes para enfrentar los procesos judiciales que se le mantienen abiertos y los que están en perspectiva.
En todo caso, la situación que guarda el estado de salud de Luis Echeverría en estos momentos, tendría que ser considerado en cada ocasión, de la reactivación de las diligencias judiciales requeridas en cada paso del procedimiento.
2.- La situación jurídica en que se encuentra el ex presidente, a raíz del amparo concedido por el Tribunal Colegiado a finales de marzo de 2009, es de libertad bajo las reservas de ley, lo que significa que está abierta la posibilidad de reiniciar el proceso, en el momento en que lo disponga la PGR.
En el caso y en términos concretos, según la interpretación de la resolución del amparo, si se perfecciona la consignación. En esas condiciones, lo primero que no puede admitirse de ninguna manera es la afirmación de que Luis Echeverría haya sido “exonerado” pues eso es jurídicamente falso.
3.- Además, debe recordarse que en términos judiciales, Luis Echeverría está involucrado en diversos casos y procesos: (caso 2 de octubre, caso 10 de junio, casos de desaparecidos), que en los tribunales e instancias nacionales se llevan por aparte, pero que en instancias de justicia internacionales se han venido considerando como partes de una misma situación jurídico política, de manera que las resoluciones condenatorias en contra del Estado mexicano que se han logrado, tienen implicaciones sobre los juicios que en el ámbito nacional están obstruidos con pretextos y recursos espurios.
4.- Siempre y en todos los casos, pero especialmente en estos asuntos en los cuales los efectos prácticos procesales y políticos se ven amplificados por los medios de comunicación y en donde por añadidura se ubican intereses económicos y políticos vinculados a los indiciados como probables responsables de los crímenes, reclamamos a los medios por lo menos el derecho de réplica y de difusión suficiente de la misma, y de la información directa para esclarecer con suficiencia las versiones u opiniones falsas y tergiversadoras de la verdad de los hechos.
5.- Por último, reafirmamos nuestra exigencia formulada desde hace tres años, de que la PGR reactive de inmediato todos los recursos e instrumentos requeridos para retomar y dinamizar los procesos de responsabilidad penal que se les deben seguir a los genocidas en especial Luis Echeverría que aparece involucrado en otros cincuenta y dos expedientes judiciales de los que se derivan responsabilidades penales para este personaje.
En otra palabras, el Comité del 68 reclama que esto todavía no se acaba, por lo que la justicia ha de actuar de manera expedita. El tiempo corre.
Secuestro del Jefe Diego
Un dato importante, por duro, parece reforzar la idea de que un grupo guerrillero está detrás del secuestro de Diego Fernández de Cevallos: que no les corre prisa a los secuestradores.
Si es que son fidedignas las comunicaciones que mantenido el grupo secuestrador con el periodista José Cárdenas y lo que le han dicho sus fuentes al periodista Raymundo Riva Palacio, sí hay un grupo armado revolucionario detrás del hecho.
Lo que sí sería aventurado afirmar, porque no hay nada conclusivo al respecto, es que se trate de Tendencia Democrática Revolucionaria (al servicio supuestamente del ERPI) o, según la otra versión, de un tal Ejército de Liberación Nacional (ELN).
lunes, 26 de julio de 2010
Narcoterrorismo y punto
23 Julio 2010
No hay por qué darle tantas vueltas, ni buscar definiciones jurídicas. Quien genera miedo en la sociedad, para conseguir sus muy particulares fines, sean éstos políticos, económicos o criminales, es un terrorista.
Por lo general, la manera más certera -aunque no la única- de paralizar a una sociedad es atentando aleatoriamente contra blancos civiles. Contra lo que el discurso oficial pretende hacernos creer, el terrorismo generado por miembros del crimen organizado no es nuevo, ni se inició la semana pasada.
Acaso el hecho fundacional fue cuando rodaron seis cabezas en un bar de Uruapan, hace tres años. Después vinieron la filmación de ejecuciones subidas a YouTube.
Al principio las víctimas eran integrantes de bandas enemigas; pasaron a ser policías, periodistas y más tarde ciudadanos comunes y corrientes. "Vean lo que somos capaces de hacer; con que nos tengan miedo basta", es el mensaje para inhibir la acción de la autoridad y de la sociedad.
Ya no hubo duda de la naturaleza del enemigo tras el atentado con granadas en la ceremonia del Grito, en Morelia, de 2008. Las cosas no han mejorado.
Ahora, cada vez es más fácil tener noticia de balaceras en plena calle, junto a escuelas, en horas de trabajo, en avenidas transitadas. No se salvan bautizos, bodas y eventos sociales, como en los casos de Villas Salvarcar, de Juárez, o en la boda en la Quinta Italia, de Torreón, la semana pasada, donde sendos comandos armados rafaguearon a los asistentes sin consideración alguna. Mataron hasta a los músicos.
En un desesperado intento por minimizar los hechos, autoridades de los tres niveles de gobierno aseguran que, técnicamente, no hay terrorismo, que los ataques están dirigidos a cárteles enemigos, a policías y soldados, pero no a la sociedad civil y que por lo tanto la definición no cuadra con los parámetros internacionales del fenómeno. Falso.
Hay una clara conciencia de parte de los criminales que un zafarrancho público deja muchas balas perdidas y el riesgo de que haya inocentes muertos eleva el costo político a las fuerzas del orden.
Las víctimas colaterales no son, entonces, producto de la mala suerte, sino del cálculo delincuencial de que Ejército y policías ven reducido su margen de fuego en calles y mercados.
Ahora bien, hay que tener presente que para crear psicosis en una sociedad no se necesitan necesariamente de varios kilos de explosivo, sino que pueden usarse amenazas telefónicas o simples correos electrónicos. Recordemos la cadena de amenazas cibernéticas que paralizaron todo un fin de semana a Cuernavaca, tras la amenaza de que "algo" iba a pasar. Antros y restaurantes no abrieron. El caos estaba sembrado.
Las pérdidas económicas también. La ETA, el Sinn Fein irlandés, las FARC de Colombia, Al Qaeda, Hamas en Palestina tienen motivaciones políticas para realizar sus atentados en contra de población civil inocente. Que los cárteles mexicanos de la droga quieran mantener incólume su imperio económico atemorizando a la población los equipara con aquellos que operan así en el resto del mundo.
No es alarmismo. Es realismo, pues hay que saber de qué tamaño es el problema que enfrentamos para poder diseñar la mejor estrategia para combatirlo. Cerrar los ojos a lo evidente sólo provocará que se mantenga incólume la actual estrategia de lucha contra el narcotráfico, la cual sólo puede ser evaluada por sus resultados, uno de los cuales es el ascenso del narcoterrorismo.
No hay por qué darle tantas vueltas, ni buscar definiciones jurídicas. Quien genera miedo en la sociedad, para conseguir sus muy particulares fines, sean éstos políticos, económicos o criminales, es un terrorista.
Por lo general, la manera más certera -aunque no la única- de paralizar a una sociedad es atentando aleatoriamente contra blancos civiles. Contra lo que el discurso oficial pretende hacernos creer, el terrorismo generado por miembros del crimen organizado no es nuevo, ni se inició la semana pasada.
Acaso el hecho fundacional fue cuando rodaron seis cabezas en un bar de Uruapan, hace tres años. Después vinieron la filmación de ejecuciones subidas a YouTube.
Al principio las víctimas eran integrantes de bandas enemigas; pasaron a ser policías, periodistas y más tarde ciudadanos comunes y corrientes. "Vean lo que somos capaces de hacer; con que nos tengan miedo basta", es el mensaje para inhibir la acción de la autoridad y de la sociedad.
Ya no hubo duda de la naturaleza del enemigo tras el atentado con granadas en la ceremonia del Grito, en Morelia, de 2008. Las cosas no han mejorado.
Ahora, cada vez es más fácil tener noticia de balaceras en plena calle, junto a escuelas, en horas de trabajo, en avenidas transitadas. No se salvan bautizos, bodas y eventos sociales, como en los casos de Villas Salvarcar, de Juárez, o en la boda en la Quinta Italia, de Torreón, la semana pasada, donde sendos comandos armados rafaguearon a los asistentes sin consideración alguna. Mataron hasta a los músicos.
En un desesperado intento por minimizar los hechos, autoridades de los tres niveles de gobierno aseguran que, técnicamente, no hay terrorismo, que los ataques están dirigidos a cárteles enemigos, a policías y soldados, pero no a la sociedad civil y que por lo tanto la definición no cuadra con los parámetros internacionales del fenómeno. Falso.
Hay una clara conciencia de parte de los criminales que un zafarrancho público deja muchas balas perdidas y el riesgo de que haya inocentes muertos eleva el costo político a las fuerzas del orden.
Las víctimas colaterales no son, entonces, producto de la mala suerte, sino del cálculo delincuencial de que Ejército y policías ven reducido su margen de fuego en calles y mercados.
Ahora bien, hay que tener presente que para crear psicosis en una sociedad no se necesitan necesariamente de varios kilos de explosivo, sino que pueden usarse amenazas telefónicas o simples correos electrónicos. Recordemos la cadena de amenazas cibernéticas que paralizaron todo un fin de semana a Cuernavaca, tras la amenaza de que "algo" iba a pasar. Antros y restaurantes no abrieron. El caos estaba sembrado.
Las pérdidas económicas también. La ETA, el Sinn Fein irlandés, las FARC de Colombia, Al Qaeda, Hamas en Palestina tienen motivaciones políticas para realizar sus atentados en contra de población civil inocente. Que los cárteles mexicanos de la droga quieran mantener incólume su imperio económico atemorizando a la población los equipara con aquellos que operan así en el resto del mundo.
No es alarmismo. Es realismo, pues hay que saber de qué tamaño es el problema que enfrentamos para poder diseñar la mejor estrategia para combatirlo. Cerrar los ojos a lo evidente sólo provocará que se mantenga incólume la actual estrategia de lucha contra el narcotráfico, la cual sólo puede ser evaluada por sus resultados, uno de los cuales es el ascenso del narcoterrorismo.
Los narcos al poder y las tres A
29-junio-2010
Las bandas paramilitares del crimen organizado han logrado lo que las guerrillas de origen político no:
1. Control territorial que mina la gobernabilidad del país y singifica, en los hechos, la extinción del Estado de derecho en zonas localizadas del territorio nacional
2. Superioridad de fuego
3. Anulación de elecciones en algunas zonas (como se verá tras el asesinato de ayer en Tamaulipas)
4. Control de energéticos, vía el amago a Pemex
5. Poderío económico trasnacional
6. Dominio de fronteras (exportan e importan, lo mismo drogas, dinero, armas que personas)
7. Cobro de impuestos (extorsiones, derechos de piso)
8. Estabecen un sistema de justicia propio: tienen poder sobre vidas humanas; deciden quién debe vivir y quién no
9. Están a un paso de sustituir el régimen democrático por uno autoritario basado en sus AK-47.
No hay discurso oficial que logre revertir esta realidad. No se trata de voluntarismos o de apelar a una realidad diferente para que ésta se conceda. Así está hoy México.
En el camino se dicen muchas cosas:
Que fue un error de Calderón lanzarse en esta guerra sin calcular bien los riesgos .
Que debió hacerse de la vista gorda y no sacudir el avispero (y dejarlos crecer, claro).
Que no había de otra.
Que la clase política es en realidad la beneficiaria de esta lucha artificial porque es cómplice de los narcos.
Que generando empleos se acaba con la tentación de vender droga.
Que es la descomposición suprema del régimen al llevar al capitalismo hasta sus más extremas consecuencias.
Que votando por el _________(ponga el partido que quiera) se acabará la zozobra porque ellos sí saben cómo acabar con esta situación; porque el candidato ______________sí tiene la llave y los pantalones para poner a los malosos en cintura.
Que estaríamos mejor con López Obrador.
Que ningún delincuente tiene más fuerza que el Estado.
Que vamos ganando.
Que los narcos no existen, que es un complot diseñado desde el gobierno para criminalizar la protesta social.
Todo eso suena facilón y maniqueo, propio de nuestra mediocre clase política que reduce todo a tres tipo de soluciones: a) a balazos; b) cerrando los ojos, o; c) prendiéndole veladoras a un caudillo.
No se han planteado alternativas serias para romper la lógica económica de un negocio global, en el que México ocupa un lugar preponderante, pero no el único.
Por desgracia nuestro país carece de liderazgo en el concierto mundial, como para convocar a una gran reunión internacional para buscar que se consigan las tres A:
- Abatir los niveles de consumo mundial.
- Analizar los márgenes de la legalización de algunas drogas.
- Atacar a niveles quisquillosos el lavado de dinero, así como también, de manera importante pero secundaria, el tráfico mismo de armas y drogas.
Es el camino más largo, sí, pero el que puede garantizar resultados. De otra forma, si seguimos pensando chiquito y doméstico, los nueve puntos iniciales se pueden convertir en el doble o el triple.
Las bandas paramilitares del crimen organizado han logrado lo que las guerrillas de origen político no:
1. Control territorial que mina la gobernabilidad del país y singifica, en los hechos, la extinción del Estado de derecho en zonas localizadas del territorio nacional
2. Superioridad de fuego
3. Anulación de elecciones en algunas zonas (como se verá tras el asesinato de ayer en Tamaulipas)
4. Control de energéticos, vía el amago a Pemex
5. Poderío económico trasnacional
6. Dominio de fronteras (exportan e importan, lo mismo drogas, dinero, armas que personas)
7. Cobro de impuestos (extorsiones, derechos de piso)
8. Estabecen un sistema de justicia propio: tienen poder sobre vidas humanas; deciden quién debe vivir y quién no
9. Están a un paso de sustituir el régimen democrático por uno autoritario basado en sus AK-47.
No hay discurso oficial que logre revertir esta realidad. No se trata de voluntarismos o de apelar a una realidad diferente para que ésta se conceda. Así está hoy México.
En el camino se dicen muchas cosas:
Que fue un error de Calderón lanzarse en esta guerra sin calcular bien los riesgos .
Que debió hacerse de la vista gorda y no sacudir el avispero (y dejarlos crecer, claro).
Que no había de otra.
Que la clase política es en realidad la beneficiaria de esta lucha artificial porque es cómplice de los narcos.
Que generando empleos se acaba con la tentación de vender droga.
Que es la descomposición suprema del régimen al llevar al capitalismo hasta sus más extremas consecuencias.
Que votando por el _________(ponga el partido que quiera) se acabará la zozobra porque ellos sí saben cómo acabar con esta situación; porque el candidato ______________sí tiene la llave y los pantalones para poner a los malosos en cintura.
Que estaríamos mejor con López Obrador.
Que ningún delincuente tiene más fuerza que el Estado.
Que vamos ganando.
Que los narcos no existen, que es un complot diseñado desde el gobierno para criminalizar la protesta social.
Todo eso suena facilón y maniqueo, propio de nuestra mediocre clase política que reduce todo a tres tipo de soluciones: a) a balazos; b) cerrando los ojos, o; c) prendiéndole veladoras a un caudillo.
No se han planteado alternativas serias para romper la lógica económica de un negocio global, en el que México ocupa un lugar preponderante, pero no el único.
Por desgracia nuestro país carece de liderazgo en el concierto mundial, como para convocar a una gran reunión internacional para buscar que se consigan las tres A:
- Abatir los niveles de consumo mundial.
- Analizar los márgenes de la legalización de algunas drogas.
- Atacar a niveles quisquillosos el lavado de dinero, así como también, de manera importante pero secundaria, el tráfico mismo de armas y drogas.
Es el camino más largo, sí, pero el que puede garantizar resultados. De otra forma, si seguimos pensando chiquito y doméstico, los nueve puntos iniciales se pueden convertir en el doble o el triple.
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