La violencia descontrolada afecta a todos los ciudadanos por igual. Sin embargo, cuando ésta toca a opositores al régimen, el cuadro que se prefigura es alarmante, ya que las víctimas no son simples ciudadanos, sino posibles destinatarios de represalias políticas.
Ayer, apenas en el lapso de unas horas tuvimos conocimiento de dos casos preocupantes, uno de secuestro (acaso desaparición forzada), y otro de asesinato, cuyas víctimas no se encuentran en la cúspide de las burocracias partidistas ni encarnan poderosos liderazgos sociales, pero sí están vinculados a organizaciones de lucha política, lo que le otorga a sus casos un cariz particular.
El viernes 12 de marzo de 2010, por la tarde, las gemelas de 16 años Melissa y Nazareth González Navarro desaparecieron en la colonia El Molino, Iztapalapa, Distrito Federal, colonia en la que viven. Se presume que su desaparición fue en su mismo domicilio, algunos vecinos dicen que tres desconocidos ingresaron a su hogar mientras sus padres no se encontraban.
En la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal se registró la averiguación previa FIZP/IZP-8-T1/100/00750/10-03; y en el Centro de Apoyo de Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA) se abrió el expediente: APOYO Y ORIENTACION TS. /751/10 y APOYO Y ORIENTACION TS. /751/10 BIS.
Los familiares son escépticos del accionar de estas dependencias del gobierno del Distrito Federal y hacen un llamado a la sociedad civil a contribuir en la búsqueda de ambas. Sus padres, Miguel Ángel González y María del Rosario Navarro, así como las gemelas son integrantes de la Brújula Roja, colectivo adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
Las desaparecidas participaban, desde hace dos años, dentro del Sector Niños y Niñas de la Otra Campaña y fueron parte de diversas actividades durante la visita del Subcomandante Marcos en la Ciudad de México, y de diversas protestas contra los acontecimientos de San Salvador Atenco y por la Libertad de los Presos Políticos.
En caso aparte, pero que se enmarca en esta misma vorágine de violencia y horror que está viviendo el país, en Ciudad Juárez fue asesinado ayer en la madrugada, por un comando armado, en circunstancias poco claras, el militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores a quien se conocía con el nombre de Haziel.
Haziel era un joven de 26 años, deportista, trabajador manual de una primaria, hijo de maestros, padre de una hija de un año y esposo esposo de la militante Kaori, encargada de la Casa de la Cultura local.
Irónicamente, al momento de la muerte de su compañero, Kaori se encontraba en la ciudad de México acompañando a las madres en el foro que se realizó el pasado fin de semana en la UNAM, donde un grupo de madres denunció y exigió al gobierno mexicano justicia para sus hijos asesinados, al mismo tiempo que denunciaban el clima de militarización que está matando jóvenes inocentes en dicha plaza.
Se exige justicia en ambos casos. Nadie puede desaparecer así sin razón alguna, sin que la autoridad sea capaz de evitarlo. Ya basta de la orgía de sangre en Ciudad Juárez.
De entrada, el gobierno federal, el de la capital de la República y el de Chihuahua son responsables de lo que les pase a Melissa y Nazareth, y entes obligados de encontrar a los asesinos de Haziel.
Pero si se descubre que estos tienen un cariz político, la culpa de los gobiernos crece exponencialmente, pues sería la señal de que se ha inaugurado una nueva “guerra sucia” en el país. ¿Es así?
lunes, 15 de marzo de 2010
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