1.- El
pasado 10 de abril no hubo los tradicionales comunicados de grupos guerrilleros
recordando a Zapata. ¿Sabes la razón?, ¿repliegue?, ¿silencio táctico?,
¿desorganización?
No es la primera vez que obvian fechas de referencia:
las organizaciones parecen haber roto con la lógica estricta de efeméride, como
puede observarse desde hace bastante tiempo atrás. Se trata de una forma de superar
la dinámica de organizaciones de referencia y testimoniales.
La efeméride
refiere a una coyuntura que no pierde su valor intrínseco ni su vigencia pero
que va superándose paulatinamente; por lo tanto, lejos del olvido, la fecha de
relevancia se reivindica –cualquiera que ésta sea– pero de otra forma.
Como
meros ejemplos, es posible encontrar a una campaña militar denominada Lucio
Cabañas (como ya lo ha hecho el EPR) o, para el caso, no resulta extraño que un
comando se presente bajo el nombre de Emiliano Zapata, Flores Magón, etcétera.
(Y, como ejemplo contrario: ninguna de estas siglas ha reivindicado la
efeméride de Francisco Javier Mina, lo cual no impidió que así se denomine el
destacamento del EPR que actuó en Guanajuato contra los ductos de Pemex.)
Sin
embargo, ello no quiere decir que no recurran nuevamente a referirse a íconos y
símbolos con los cuales se sienten identificados o movidos a comunicar
recordatorios en fechas determinadas, sino que simplemente ya no se trata de
una situación clave o indispensable en sus políticas.
Estas organizaciones
parecen haber logrado asimilar las figuras de relevancia en su interior y lo
que se procura comunicar “hacia fuera” es precisamente esto: la imagen del
héroe fundida con el de la organización, intentando demostrar que una sea
indivisible de la otra. Para el grupo es un aspecto más del proceso de
legitimación a través de la hipóstasis.
2.- Los
comités estatales del EPR han estado muy activos enviando comunicados estos
días. Han renovado la esperanza en la Comed. Han criticado a los partidos PRI y
PAN. Condenan la represión a normalistas michoacanos. Saludos a madres y
obreros. Sé que por lo general no participan pero tampoco bloquean elecciones.
¿Qué opinión te merece esta táctica eperrista en 2012?
“Activarse”, “reactivarse” y “desactivarse” es
parte de la táctica de la mayoría de los grupos guerrilleros, y no sólo los
mexicanos, que se encuentra dentro del margen de imprevisibilidad (o “factor
sorpresa”, donde todo parece “posible” en cualquier momento) que están
obligados a recurrir debido a la asimetría en su compulsa de fuerzas respecto
al Estado.
Es también una medida de seguridad –invisible/visible,
subterráneo/superficie– pero además, y en este caso quizá lo más importante, es
una señal política. Tiempo después de la desaparición de sus dos miembros en
2007 y tras hacer público una serie de problemas al interior de la
organización, el EPR desautorizó a expresar en nombre de la organización a
cualquier comité zonal, siendo el Comité de Prensa y Propaganda la única
instancia autorizada por el partido para emitir comunicados.
Ello, paulatinamente,
ha variado hasta llegar a esta fecha donde, como se ha visto, los comités
estatales o zonales parecen haber cobrado nuevamente voz. (Es el emergente de
una situación más profunda al interior de la organización que, al volver a esta
coyuntura, indica que lo que en algún momento fue un conflicto en sus
estructuras hoy ya está superado.)
Pero esta cuestión tiene, además, otra
explicación coyuntural: 1) la cercanía del quinto aniversario de las
desapariciones; y 2) el desarrollo del proceso electoral.
A renglón seguido, conviene desarrollar ambas
situaciones: 1) este 25 de mayo se cumplirán cinco años de las desapariciones
de Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya y, por paradójico que
resulte, esta es una efeméride donde el grupo buscará amplificarla como demanda
social, propia y legitimadora.
La solicitud reciente a la Comisión de Mediación
para conocer el desarrollo de las gestiones sobre su paradero apunta a esa
situación, sin dejar de lado que, en un anterior comunicado, el EPR puso en
claro que los tiempos se agotan y cualquier respuesta que no resulte de conocer
fehacientemente lo sucedido con ellos volverá la situación a un “punto cero”
para el grupo, lo que significa que se sentirá liberado de cualquier compromiso
y podrá dar por concluida la tregua militar.
No obstante, mientras que ésta
perdure no es previsible un retorno a la campaña político-militar que inició en
2007, la cual, por cierto, no ha dado por concluida. Pero para que ello fuese
así –la vuelta a producir acciones político-militares– le demandaría al EPR
exponer públicamente la solicitud de cese en sus funciones de la Comed, hecho
harto difícil ya que debiera ser un pedido formal, puntual, políticamente
atendible y que no se resolvería en un solo comunicado o acto sino que debiera
referirse a un proceso político ante el cual está obligado a explicitar
puntualmente sus razones.
Esa solicitud, además, interrumpiría las gestiones
internacionales que se están realizando a tal efecto ya que también tendría que
rendir cuentas a los familiares de las víctimas y otras organizaciones e
instancias que piden por la aparición de los desaparecidos. Todo ello por un
lado.
Por otro: 2) una posible irrupción político-militar durante el desarrollo
del proceso electoral no sólo rompería con la lógica histórica de no boicotear
las elecciones sino que agregaría una alta cuota de incertidumbre a dicho
proceso eleccionario del cual se autoexcluirían automáticamente ya que, al
presentarse como ruptura radical a la democracia electoral, perderían toda
posibilidad de resonancia de sus posicionamientos políticos y, peor aún, se
volverían funcionales a los argumentos de los sectores políticos y sociales que
reclaman mayor seguridad, continuidad de la presencia del ejército en calles y
comunidades, y prolongación del “estado de excepción” de facto que vienen
sosteniendo en sus escritos por la guerra contra el narcotráfico.
La entrada
militar del EPR en el actual escenario correría el eje de la discusión hacia
otra variable falaz, pero igualmente contundente, de violencia/democracia, que
servirá para abroquelar a toda la clase política y a la opinión pública en su
contra. Y ello porque hoy la guerrilla no es tema de discusión ni debate, por
tanto la amplificación informativa de sus demandas es menos costosa y más
probable a través de la emisión de textos y generando algún “ruido” en los
medios masivos de comunicación a partir de la solicitud por los desaparecidos,
el llamado a no votar por algún u otro candidato o cualquier otra circunstancia
que surja dentro de esos marcos. Y este quinto aniversario parece ser un
momento clave.
De hecho, con la sola emisión de un comunicado se la ha pretendido involucrar con los estudiantes de Michoacán, tal como señaló a los medios el actual gobierno estatal de esa entidad. Involucrar a la guerrilla suena como excusa ya superada pero recurrente frente a la incapacidad de hacer frente a un conflicto social o político, pero también es un atajo para imponer el miedo en la sociedad y legitimar el accionar gubernamental.
Lo peligroso de
involucrarla a ese nivel, es que posiblemente sirva en preparar el terreno para
la represión, como muchos ejemplos inmediatos así lo demuestran. (Atenco,
Oaxaca, Guerrero, recientemente con los miembros del movimiento que encabeza
Sicilia, etcétera.) Debido a que no puede hacer frente al conflicto lo
“militariza”, y a los manifestantes les confiere un status semejante al de “combatientes”.
3.- ¿Qué se
sabe del ERPI y de las otras organizaciones?
Es muy poco lo que se sabe del ERPI y la poca
información que circula sobre éste es confusa, contradictoria, errática y no
confiable.
Lo último conocido públicamente ha sido el deslinde del “caso Diego”
a fines de septiembre de 2010. (Sus comunicados inmediatamente anteriores
también mostraban distancia en el tiempo: uno referido al 7 de junio del mismo
año sobre la masacre de El Charco y otro que anunció el asesinato del comandante Ramiro.) Luego de ello, ha
caído en un pronunciado silencio al igual que la mayoría de las otras
organizaciones eperristas (con excepción del EPR y en menor medida de FARP que
si ha distribuido textos propios en este año).
El caso de las otras
organizaciones resulta llamativo debido a que, por lo general, mantenían fluido
el canal de expresión vía textos, realizando conferencias de prensa y, con
anterioridad, consumando acciones menores político-militares. Como ejemplo
mensurable, TDR-EP y el MRLCB, que junto a otras organizaciones menos conocidas
conforman la Coordinación Revolucionaria, llevan más de un año sin dar a
conocer públicamente ninguna clase de textos, o periódicos partidarios ni
partes políticos; ello, desde marzo-abril de 2011.
Semejante es el caso del
Comando 28 de Junio, que desde junio del mismo año no se han pronunciado. Aún
así, se han conocido otras situaciones en las cuales han producido silencios y
ello no significa necesariamente alguna suerte de crisis o problemas internos
sino que puede ser una decisión táctica-estratégica que, sin embargo, este año
electoral podría ser un detonador para volver a expresar sus respectivos
posicionamientos políticos.
De hecho, ambas organizaciones se han mostrado muy
activas, en lo que refiere a la emisión de comunicados, durante el proceso
electoral de 2006. Son organizaciones que siempre han tomado la palabra y
augurar que seguirá por ese camino tanto como afirmar lo contrario resultaría
un ejercicio ocioso pues, por una parte, la imprevisibilidad refiere a una
condición básica del accionar clandestino y, por otra, no será más que una mera
especulación, viciada siempre de gran cuota de intencionalidad política en
contrario a su misma existencia.
Sin embargo, aunque es una caja de resonancia
para estas cuestiones, un anuncio de envergadura proveniente de este ámbito
podría evaluarse que el mismo quedaría sepultado por la avalancha informativa
sobre las elecciones y sus candidatos. No obstante, vale reconocerlo, este es
uno de los silencios más profundos que han protagonizado este sector de las
organizaciones clandestinas.
Sólo como mero ejemplo, el asesinato de Acosta
Chaparro no ha merecido, hasta el momento, la referencia de ninguna de las
organizaciones existentes, a excepción del EPR que le ha dedicado un párrafo en
su comunicado del 1º de mayo pasado.
Lo que resta considerar es que, ante la
existencia de hechos coyunturales sobre los cuales estas organizaciones suelen
pronunciarse, se está produciendo un vacío de información de ese sector sobre
el cual aún no se puede establecer el parámetro de importancia del mismo pero
que, y más importante aún, ese hecho –o sea, producir vacío a partir del
silencio– expresa alguna otra circunstancia que aún no se revela, por lo que no
puede mensurarse su importancia ni su dirección.
Si la emisión de un comunicado
es una decisión política, el silencio también lo es; por lo tanto, es esperable
que en este año electoral se devele.
4.- Los
anarquistas han detenido acciones, ¿te dice algo esto?
También han incurrido en una suerte de
silencio, aunque no es equiparable esta con la circunstancia de las otras
organizaciones. En este caso particular es de considerar lo que parece suceder
respecto a una sensible baja de las acciones de organizaciones anarquistas también
en el resto del continente, aunque no por ello signifique alguna idea de
abandonar las actividades que llevan a cabo.
Pero este caso es particular
porque muchas de las acciones que realizan, y que en muchos casos también
reivindican, no son “mostradas” por los medios de comunicación masivos y sólo
se puede saber de ellas exclusivamente por la prensa alternativa. Sin embargo,
lo que no es mostrado no significa que no suceda.
Al igual, en sus fanzines no
se encuentra tampoco la reivindicación de nuevas acciones, en lo que respecta a
México, y si sobre lo ocurre en otras partes, mucho de ello referido a los
grupos que operan en Europa.
A menudo, las acciones anarquistas son presentadas
en los medios masivos como actos sin sentido, irracionales, y con ello no se
permite desgranar la connotación profundamente política y de protesta que éstos
implican en una sociedad. Y un camino elegido para ello es presentarlos como
irracionales o decididamente como “locos”, donde a sus acciones se las muestran
como insólitas, desvariadas o, peor aún, delincuenciales. Y esto no es así.
No
obstante, estos grupos puede que resulten un poco más vulnerables al accionar
policial que las organizaciones marxistas y es posible que lo que está
ocurriendo sea una mayor preocupación y, en consecuencia, también mayor
persecución a estos sectores.
Y lo que no se entiende, o no se quiere entender
o dar a conocer, políticamente del anarquismo es que tiene una carga política
clarísima. Y, tal vez, este lapso en (presunto) silencio también contenga
elementos políticos que son incapaces de ser percibidos “desde fuera” porque
sus tiempos son distintos al ruido mediático que tiene, por ejemplo, el proceso
electoral.
Pero es posible también considerar que los grupos anarquistas
recurren al mismo elemento de la imprevisibilidad para actuar, cuyos golpes no
pueden ser advertidos de antemano. En este punto, es factible considerar que sólo
se trata de un momento dentro de una estrategia de una lucha más amplia.
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