Por razones todavía no aclaradas, el general retirado Mario Arturo Acosta Chaparro resultó herido en el tórax la madrugada de ayer, al ser baleado por un sujeto durante un presunto intento de asalto en la colonia Roma de la ciudad de México.
De acuerdo con reportes policiacos, el militar y su chofer estaban dentro de un vehículo a la altura del número 241 de la calle Sinaloa, casi al cruce con Tampico, cuando se les acercó un individuo quien presuntamente quería robarle el reloj y le disparó en varias ocasiones.
El chofer trasladó a Acosta Chaparro al Hospital Central Militar donde lo reportan como grave. Originalmente fue detenido un sujeto cuyas características físicas parecían similares a las proporcionadas por los testigos, pero fue liberado por falta de pruebas. La Procuraduría General de Justicia del DF (PGJDF) no descarta que el hecho pudiera tratarse de un ataque directo y no de un intento de robo.
Acosta Chaparro ocupa un lugar de privilegio en la lista negra de represores de la llamada guerra sucia de las décadas de los 70 y 80. Pieza clave de la lucha anti guerrillas y contrainsurgente, su fama es equiparable en saña y crueldad a la de Miguel Nazar Haro o Florentino Ventura; esto relatado por algunas de sus víctimas que lograron sobrevivir a sus torturas.
Ligó su destino al de la familia Figueroa en 1974, tras investigar el secuestro de Rubén padre, entonces gobernador electo de Guerrero, a manos del Partido de los Pobres de Lucio Cabañas.
Acosta representa lo peor del Ejército mexicano: prepotencia, desprecio por las leyes, mano dura por sobre los derechos humanos.
Corren historias como que los aviones de la Fuerza Aérea Mexicana que utilizaba Acosta para tirar guerrilleros al mar, también los usaba para pasar droga a Laredo; y que por propia mano torturó y mató a más de 200 guerrilleros y campesinos.
Sin embargo, aunque fue acusado múltiples veces por genocidio y crímenes de lesa humanidad, visitó la cárcel por otro motivo: su presunta colaboración en el tráfico de drogas.
Fue procesado en agosto del año 2000 de presuntos vínculos con el cártel de Juárez que lideró Amado Carrillo. Este juicio se llevó también por el delito de peculado y operaciones con recursos de precedencia ilícita. El 1 de noviembre de 2002, Acosta fue sentenciado a 15 y 16 años y medio de prisión por sus supuestos nexos y protección al cártel de Juárez.
Sin embargo, súbitamente, y como para demostrar que la ley le hace los mandados, en el año 2007 las procuradurías General de la República (PGR) y de Justicia Militar (PJM) no acreditaron los presuntos nexos de Acosta Chaparro con el narcotráfico. Tras la declaración de inocencia del citado general y la que le otorgó un tribunal federal, concluyó uno de los casos más relevantes de presunta relación de militares con narcotraficantes.
Decíamos que sí fue acusado formalmente la desaparición y asesinato de guerrilleros durante la llamada ''guerra sucia'' de las décadas de 1970 y 1980. Pese a que fueron presentados cargos en su contra, nunca fue detenido por esos señalamientos luego de que un juez determinó que no tenía responsabilidad.
Por el contrario, se le devolvieron los grados militares que se le habían quitado por su sentencia, y se le nombró militar ejemplar y patriota. Surrealismo puro.
Enemigo de las entrevistas de prensa, se sabe que se escuda en el mismo discurso de Nazar Haro de que al combatir a los guerrilleros contribuyó a la paz social y a incrementar las libertades de este país, evitándole ser un ariete más del comunismo internacional.
De hecho, en 1990 él generó un reporte confidencial de inteligencia sobre el estado de la guerrilla en México, que es un listado de los grupos armados existentes, según él, en ese momento, con largas listas de nombres y actividades subversivas. Pretendía justificar así ante el gobierno federal la necesidad de mantener presupuesto para la encubierta lucha contrainsurgente.
El problema del reporte es que traía mal muchos nombres de grupos y personas –muchas de ellas incluso amnistiadas desde 1978- y que además sustentaba sus argumentos en una gran conspiración comunista con sede en la Unión Soviética… pero cuando el Muro de Berlín ya había caído y Gorbachev no tenía ánimos para andar financiando guerrillas en México.
En los últimos años se le ha mencionado como asesor en seguridad del gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca, quien habría entablado cercanía con él a través de la relación de amistad de sus esposas.
Aun así, el atentado contra Acosta Chaparro, por las razones que fueren, de delincuencia común o políticas, es condenable. La justicia no se alcanza con el “ojo por ojo, diente por diente”, sino mediante su demostración fehaciente ante tribunales, nacionales o extranjeros.
El Estado mexicano ha demostrado no tener la voluntad política para actuar en serio, por lo que ha de actuarse en consecuencia y perseverar tenazmente en el intento de llevar a juicio a este hombre ante los más altos tribunales internacionales, para que tenga, en pleno ejercicio de sus facultades físicas y mentales, ejemplar castigo por sus crímenes.
Adiós a Jorge Eugenio
La muerte del viejo panista Jorge Eugenio Ortiz Gallegos me evocó ayer el trato deferencial, casi filial, que se tenía con doña Rosario Ibarra de Piedra, ambos colaboradores de El Universal, que solían verse cada año en una comida anual en las instalaciones del diario.
La buena relación no partía sólo del hecho de ser ambos de Monterrey y de compartir espacios editoriales, sino de que en los efervescentes años 70, el hijo de doña Rosario, Jesús Piedra, como militante de la Liga Comunista 23 de Septiembre secuestró al hijo del entonces empresario Jorge Eugenio .
Con el tiempo se supieron identidades y circunstancias, lo que no generó rencores ni odios, sino una ejemplar y civilizada relación de entendimiento mutuo. Descanse en paz JEOG.
miércoles, 19 de mayo de 2010
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